LOS
FUSIBLES
Joaquín Córdova
Rivas
Quien
sabe qué tenga en la cabeza, pero no hay ánimo de corregir, de hacer cambios
radicales en una manera desastrosa de gobernar.
Las
pocas pistas disponibles es que siente que ya terminó de pagar facturas electorales.
A los grupos constructores que financiaron su campaña les ha asignado obras y
obras sin otro criterio que el gasto millonario e inútil, no hay ganas de
innovar en la red carretera o vial urbana, no hay transporte público concesionado
eficiente (obvio, para que sea negocio un servicio público concesionado a la
iniciativa privada debe ser ineficiente, insuficiente y malo) ni alternativo,
del tamaño que exige una metrópoli empantanada en el crecimiento desmedido y
desordenado: ni un tren ligero, ni un asomo de línea de transporte eléctrico
subterráneo, de superficie o sobre la misma; o aprovechar la difícil geografía
para un cablebús; o los pocos lugares más o menos planos para reforzar la red
de ciclopistas urbanas (no turisteras, de esas que no llegan a ningún lado) que
pasen por escuelas, mercados, centros de trabajo; se trata de gastar y
embolsarse lo que se pueda y hasta más.
Cree
que en dos años ya pagó la factura política con ese grupo de ultraderecha que
le prestó su base ideológica hueca y algunos de sus cartuchos quemados, ya se
quiere deshacer de ellos y ellas, mandarlos el exilio senatorial o, en el mejor
de los casos, usarlos como fusibles para enjaretarles las corrupciones y desfiguros
propios, por eso y sin dejar lugar a dudas, los exhibe públicamente renunciando
a botines políticos próximos y anclándolos a los que ahora tienen para culparlos
de lo que se pueda.
Cada
vez es más claro que se responde al interés personal, primero; y después al del
cártel inmobiliario prianista queretano, ese al que no le importa el colapso
vial mientras sigan vendiendo casas mal hechas pero muy caras, o autorizándose
fraccionamientos populares con viviendas minúsculas en zonas donde ya escasea
el agua potable, la energía eléctrica, sin importar si se saturan las
vialidades ya caducas o los sistemas de alcantarillado, el chiste es hacer
negocio mientras se pueda. Y ahora hasta quieren privatizar el agua y la
energía eléctrica, bueno, ya comenzaron, aunque los resultados han sido malos,
pero eso solo los hará persistir, total las consecuencias inmediatas no las
pagan, todavía, ellos.
Y
allí está el proyecto cancelado del tren rápido de pasajeros por la descarada
corrupción que se alcanzó a descubrir, porque hubo otras corrupciones que no se
han ventilado, como la compra abusiva de terrenos y la autorización correspondiente
para construir fraccionamientos, hoteles y edificios de departamentos de muchos
pisos, centros comerciales, en lo que sería la terminal ferroviaria de
pasajeros. Pero lo tienen todo preparado, sin importar que la infraestructura
citadina no está preparada para soportar sus sinvergüenzadas (el incremento del
tráfico, no hay vialidades suficientes ni infraestructura hidráulica para
darles agua o drenaje, a menos que hagan lo de siempre, quitársela a quien ya
la tiene para acaparar lo poco que haya).
La
desgracia ciudadana es que al sexenio local le quedan más de tres años, por eso
la insistencia de convocar a la consulta de revocación de mandato en un intento
de frenar esos intereses sectarios, corruptos, que crecen provocando
desigualdades, que despojan de territorios, recursos naturales; que depredan el
ambiente y se apropian de lo que debería ser propiedad social para privatizarlo
todo sin importar las consecuencias.
Hay
que tener memoria y que las consecuencias las paguen los que provocan los
problemas, tantas horas perdidas en el tráfico, tantos accidentes, tanto
desgaste por llegadas tarde al trabajo, a la escuela, a las consultas y
urgencias médicas. Tanto maltrato y ninguneo. Tanta imposición hasta para pagar
placas vehiculares que se despintan (todas, aunque a diferente ritmo). Y todo
para privilegiar a los mismos de siempre, porque a las comunidades y poblados
de donde se trae el agua o por donde pasan los acueductos no les toca nada, si
acaso son “beneficiados” por escasas obras públicas a costos injustificados, o apenas
servir para la foto que justifica programas que existen en la realidad solo ese
día y en la eternidad de la prensa comprada (o vendida, como quieran llamarle).
Exagero, sí les toca algo, la represión policiaca si protestan, si expresan sus
demandas; se les vuelve invisibles o se les sataniza, como si evidenciar lo que
muchos saben y padecen fuera peor que los pecados de estos gobernantes
corruptos e ineficientes.