sábado, 7 de noviembre de 2009

MALA FAMA

Nuestro sistema educativo tiene mala fama, se la ha ganado a pulso; ya son muchos años de inercias, indolencias, corrupciones y malas complacencias.
Análisis, investigaciones, evaluaciones y comparaciones van y vienen, todas apuntando a lo mismo: el desastre educativo no sólo no se corrige, sino que se incrementa, no estamos contentos con haber echado a perder a generaciones de mexicanos que se creyeron que más educación correspondía a un mejor nivel social, seguimos por la fatídica senda de hacer pensar a nuestro niños y jóvenes que lo importante es el papelito y no el aprendizaje que debe sustentar, que hay que buscar la calificación por todos los medios posibles exceptuando el esfuerzo continuo, el hacer las cosas bien, el saber organizarse, el ser creativo y honesto.
Desde el inicio de este siglo XXI, cuando el partido hegemónico tuvo que abandonar, no por su voluntad, la presidencia de la república, anotamos que los blanquiazules no resistirían la tentación de incluirse y cambiar la historia oficial, tenían que legitimarse históricamente para darle permanencia a un vuelco en las preferencias electorales producto del hartazgo, la pregunta era con quién se aliarían para lograr algo que se antojaba dilatado.
La respuesta no tardó en llegar, como lo progresista no se les da, como no saben como ser una derecha moderna, su alianza tuvo que hacerse con una parte de lo más podrido y corrupto que tiene este país, aunque se condenara a otras generaciones de paisanos a una educación lamentable, que prefiere mirarse el ombligo en lugar de tener una visión de futuro.
En el foro La Política Educativa en México llevado a cabo apenas el pasado mes de octubre, una de las conclusiones fue que: “Los contenidos de los nuevos libros de texto gratuitos para educación primaria, elaborados a partir de la Reforma Integral a la Educación Básica (RIEB) no sólo son involutivos y una mala copia de los ya existentes, también profundizan los efectos de una reforma improvisada y regresiva que se traducirá en una formación básica defectuosa para millones de alumnos…”. Después vino la puntilla, un informe de una organización como Mexicanos Primero y que es exprimido por el asiduo visitante a estas páginas Jesús Silva-Herzog Márquez: “Escuelas para la legitimación política y el combate ideológico. El foco ha estado en lugar equivocado. Dando la espalda a los alumnos, no los han considerado jamás, el centro de su atención. Se han perfilado a atender el interés del Estado o las demandas contractuales de los maestros. Escuelas ciegas a las transformaciones del mundo y sordas a las exigencias del entorno. Un niño de primaria, aparece así como un accesorio del mobiliario escolar. No el propósito de la educación, sino apenas el ocupante de sus instalaciones… Un niño puede matricularse en una escuela pero todo indica que no recibirá una educación que lo haga contemporáneo del mundo, una educación que le permita entender su entorno e insertarse exitosamente en él, una educación que le ayude a detectar sus talentos y le ofrezca una plataforma para proyectarlos. Fraude cotidiano a cada uno de ellos; fraude cotidiano al país. La escuela entretiene pero no forma; acoge alumnos y jóvenes en sus instalaciones pero no les ofrece una educación de calidad. Engaño a los estudiantes y engaño a México. El derecho a la educación se viola cotidiana y silenciosamente al no ofrecer pistas reales para el cultivo de conocimiento y la formación de capacidades”. Por allí va el diagnóstico después de 9 años de gobiernos federales panistas, no hay avances, sí graves retrocesos, lo peor es que estos están anidados en las entrañas de las reformas educativas, en la RIEB de la que ya hablamos, pero también hace falta un buen análisis de lo que está pasando en la Reforma Integral en la Educación Media Superior que paulatina, pero inexorablemente, está cayendo en una gran simulación. Como bien advierten los especialistas, una reforma se construye no se decreta. A ambas reformas les falta la participación y compromiso de los docentes, de los alumnos, de los padres de familia, de los directivos y administrativos.
La práctica en el aula no sólo no cambia, sino que se enrarece y se cae en las prácticas típicas de los juegos de poder internos, se premian las calificaciones altas y fáciles, el aprendizaje no importa.
Con el cambio de gobierno estatal se presenta la oportunidad de abonar a un cambio en la dirección correcta, con el gobierno anterior algunos se sintieron con las atribuciones necesarias para embestir, sin rubor alguno, en contra de la libertad de creencias, en contra de una educación realmente laica y no sujeta a uno más de los muchos poderes fácticos que contribuyen al enrarecimiento del sistema educativo.
Ojalá que exista la sensibilidad y el conocimiento necesario para poner a los directivos que reclama la grave situación, que no sea un simple reparto de posiciones entre los cuates o producto de negociaciones entre grupos de poder interesados en los sueldos y prestaciones, no en el servicio que deben prestar.