domingo, 15 de noviembre de 2009

MUROS POR DERRIBAR

Esa caída del muro de Berlín hace 20 años marcó un antes y un después en la historia mundial. No sólo había caído un muro que marcaba una franja de la muerte, Berlín y de hecho toda la Alemania y la Europa oriental, estaban partidas en dos como producto de las negociaciones de fines de la segunda guerra mundial, donde las potencias vencedoras se repartieron esa y otras partes del globo terráqueo, lo que en lógica simple significa que al menos Inglaterra, Estados Unidos y Francia tuvieron responsabilidad sobre esa atrocidad construida sobre la dignidad y la libertad de muchos países.
El derrumbe de la estructura completa de ese mal llamado socialismo real dio la impresión de que se desmoronaban también las ideologías, en realidad quedó una, una que ha reinado los últimos 20 años, que se ha arropado en las banderas de la democracia y de las libertades civiles aunque no tema violarlas a su conveniencia, y que ha mostrado los efectos benéficos sí, pero también maléficos de esa forma de pensamiento conocida como neoliberalismo, tan promovido y hasta impuesto por personajes tan olvidables como Margaret Thatcher, Ronald Reagan y algunos personajes locales como Carlos Salinas de Gortari.
Acreditarle a la “guerra fría”, con sus inmensos arsenales nucleares, con su guerra de espías, con las invasiones, asesinatos e intervenciones en nombre de la libertad o del socialismo, todo el mérito del derrumbe de un sistema autoritario es injusto y falso. Somos herederos de las luchas civiles que marcaron el siglo veinte, por el sufragio libre, a favor de la libertad y diversidad de géneros, por la ecología, por el derecho al placer sin la obligación de la maternidad, por la igualdad de oportunidades, contra cualquier forma de discriminación, todas que se concentraron en movimientos culturales de una diversidad pocas veces vista, tan sólo en música el blues, el jazz y el rock no hubieran sido concebidos sin esas ansias por cambiar las cosas y construir un mundo mejor.
A partir del salinismo, nuestro país es la muestra de lo malo que tiene la puesta en marcha de esa forma neoliberal de pensar y gobernar. El panorama a 20 años de la caída de ese muro, de esa falta de equilibrios reales nos arrojó a varias crisis económicas de las que hemos sido protagonistas sufrientes. ¿Ya no nos acordamos del efecto tequila y de todos los procesos de crisis y empobrecimiento que hemos sufrido en las últimas décadas?
Hagamos una pausa, demos un salto en el tiempo y en el espacio, nos trasladamos de una Europa pujante e integrada, con visión de futuro a México, un país que como pocos ha seguido al pie de la letra los dictados de esa no ideología del mercado libre con todo y su supuesta mano invisible, que todo lo ordena y que se cree, ingenuamente, que no depende de factores humanos que la manipulen. Tengo en mis manos un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO) que coloca a México junto con países como Camerún, Congo, Sudán, Kenia, Paquistán, San Vicente y Kirgizstán como las 8 naciones con bajo desempeño educativo y que están en riesgo de caer aún más como producto de los ajustes presupuestales, a la baja, que se atribuyen a la crisis económica. Otro indicador internacional en que nuestro país aparece en la cola del desarrollo, todo por ser obedientes y fieles seguidores de ese modelo económico que declaró el fin de la historia y se proclamó como gran vencedor de la guerra fría.
Ese estudio que con el título de “Impacto de la crisis financiera y económica global en el sector de la educación” nos da a conocer que en nuestro país el presupuesto real dedicado a este rubro en el año que corre (2009), será menor al ejercido en el 2007, nos regresamos dos años en la cantidad de recursos y en los resultados en cuanto al incremento de la calidad educativa. El mismo documento advierte sobre los efectos que tendrá esta crisis. El más alarmante es que los padres de familia y los estudiantes le huirán a las escuelas públicas cuya educación sea de poca calidad, juzgarán que es mejor no estudiar que perder el tiempo, y sabe qué, van a tener razón. Entre los más pobres, que cada día son más, el efecto será devastador, además de sufrir la baja calidad educativa muchos padres preferirán “sacar a sus hijos del sistema educativo y mandarlos a trabajar en la economía informal”. El problema es que no se habla en teoría, ya hay experiencias respecto a lo que pasa en ambientes de crisis económica, porque las padecemos a cada rato, se sabe que “todo aumento de la pobreza constituye una amenaza para la educación. Cuando crece el desempleo y bajan los ingresos aumenta el costo de la oportunidad de la educación”.
Las inconformidades sociales crecen aunque carecen de organización que las aglutine, pero el riesgo de que lo hagan es cada vez mayor, ya tenemos queretanos que no tienen acceso a los servicios públicos elementales, esos que nos alejan de la simple sobrevivencia y nos acercan a la humanidad, esos que evitan que regresemos a las cavernas; la deserción en las escuelas públicas es cada vez mayor en cantidad y frecuencia, no alcanza ni para el transporte, las deudas a la CFE terminan con denuncias penales que por ser una institución federal se van hasta la PGR y disque son delito federal, la embestida contra las organizaciones de ciudadanos y trabajadores incrementan en ferocidad, nuestros migrantes ya no pueden cruzar la frontera norte, hay un muro de cientos de kilómetros que cada día es más largo e impenetrable, la violencia contra las mujeres y niños es motivo de escándalo pero poco hacemos por evitarla, hay crímenes de odio y discriminación contra los que son o piensan diferente. Esos son algunos de nuestros nuevos muros, los que hay que derribar antes de que les crezcan los cimientos, las intolerancias y los prejuicios que los vuelven casi invulnerables.