viernes, 19 de febrero de 2010

ELLOS Y NOSOTROS

Ya tiene días pero las repercusiones siguen, y cómo no si es una situación que nos desborda, que nos hermana en la tragedia, que se nos acerca peligrosa e irremediablemente de no haber cambios radicales e inmediatos, después no se vale quejarse.
La semana anterior retumbó el mismo grito por todo el país y ojalá que su eco se siga oyendo por muchas más: todos somos Juárez, todos somos esa desgobernada ciudad y sus victimados habitantes, todos somos los agredidos por una guerra cuyos adversarios son cada vez más difíciles de diferenciar, todos somos Juárez porque nos duele la indiferencia, nos duele la injusticia, nos duele el cinismo, nos duele la incompetencia, nos duelen los muertos que son de todos, los “levantados” por uno u otro bando, los torturados porque nunca debiera haber razón para lastimar a otro; nos duelen los jóvenes con un presente destrozado y un futuro amenazante, nos duelen las madres que perdieron, en los instantes que dura una ráfaga, a sus hijos, algunos deportistas, algunos estudiantes de excelencia, todos hijos de alguien que no merecen lo que están sufriendo; nos duelen las declaraciones estúpidas que aseguran que si a alguien le pasa algo es porque de seguro se lo merece y que no vale la pena investigar.
Los daños de una estrategia incorrecta se elevan de forma inadmisible con cada día que pasa, lo peor es que se cuenta con experiencia en otros países que demuestran que lo que se hace aquí se hace mal, que sólo cuentan las apariencias y los juegos mediáticos. Nada funciona y lo estamos permitiendo.
Algunos creen que los temores, las incertidumbres, el terror se transmiten de persona a persona y de generación en generación. De eso trata una película peruana que está siendo reconocida internacionalmente por la forma artística de abordar algo tan terrible. Según la crónica del diario El Clarín y los espectadores que la hemos podido disfrutar no sin algo de asombro: “La violencia es el telón de fondo de la película de Claudia Llosa quien afirma que "La teta asustada" es la historia de una mujer, encarnada por Magaly Solier, "que hereda la guerra del cuerpo de su madre", que vive aterrorizada después de haber sido violada y transmite a su hija ese miedo a través de la leche materna. La cinta, producida en España y hablada en español y quechua, retrata el Perú de los años ochenta y noventa, cuando las violaciones fueron frecuentes en las zonas azotadas por los combates entre los grupos armados Sendero Luminoso y Túpac Amaru y las Fuerzas Armadas del país”. Lo que se ilustra es cómo los desastres sociales dejan sus huellas envenenadas muchos años después, cómo producen desajustes emocionales graves en los hijos de las víctimas directas e indirectas de conflictos que aparentemente se dieron por concluidos y que se cree que nunca podrán regresar. Por eso nuestras múltiples crisis no cesarán sus efectos cuando lleguen a solucionarse, si es que logramos solucionarlas, durarán generaciones de mexicanos asustados, entre pasmados e indiferentes, inmóviles, creyendo que el destino les jugó una mala pasada y que nacieron en el lugar y momento equivocados.
Dice Carlos Fuentes que él y muchos esperan que las cosas se puedan enderezar, pero que esto no dependerá de los actuales actores políticos, que surgirán algunos nuevos que ahora ni conocemos, que los mexicanos estamos llenos de impotencia y de esperanza, y que hay que aferrarse a la segunda, no dejarla morir.
Otro escritor apenas fallecido la semana pasada, que ha sido autor de culto de varias generaciones, el señor Jerome David Salinger, describe personajes paradójicos, de esos que no saben lo que quieren y cuando logran algo lo echan a perder, y sin embargo esa manera de escribir su libro más conocido y leído, “El cazador oculto” mejor conocido como “el guardián entre el centeno”, movió y cambió formas de pensar que parecían fijas, predeterminadas por largos años de pelear, a veces inútilmente, contra crisis económicas y sociales, contra sus efectos que rebasan lo inmediato.
También recordamos a un artista que se vuelve cada día más universal, el jamaiquino Robert Nesta Marley, mejor conocido con el abreviado Bob Marley, quien hiciera conocido el reggae jamaiquino y la cultura rastafari, con toda su carga de insatisfacción por la discriminación que vivía su pueblo, por la pobreza ancestral, por la falta de esperanzas. No se trataba sólo de bailar o de aprovechar un ritmo que se volvió hasta moda, había que cantar y con la letra potenciar el arte para hacer la denuncia y mover las conciencias, cambiar en algo una realidad cada vez más asfixiante.
Ya como conclusión, no nos conformemos esperando soluciones mágicas que no van a llegar, no se vale seguir creyendo que las buenas intenciones lo pueden todo, porque las cosas pueden empeorar; hay que denunciar públicamente, movilizarse, expresar la indignación por tantos muertos, por las injusticias, por la discriminación y el odio, por la desvergüenza de nuestros políticos, que sepan que aspiramos a vivir mejor y que vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograrlo, a pesar de ellos.