sábado, 29 de enero de 2011

TIRANOS TODOS

“Aquel que tanto os domina sólo tiene dos ojos, sólo tiene dos manos, sólo tiene un cuerpo, y no tiene nada más de lo que tiene el menor hombre del gran e infinito número de vuestras ciudades, a no ser las facilidades que vosotros le dais para destruiros. ¿De dónde ha sacado tantos ojos con que espiaros, si no se los dais vosotros? ¿Cómo tiene tantas manos para golpearos si no las toma de vosotros? Los pies con que pisotea vuestras ciudades, ¿de dónde los ha sacado si no son los vuestros? ¿Cómo es que tiene algún poder sobre vosotros, si no es por vosotros?” Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Etienne de la Boétie.

Hace 435 años se escribió el texto cuyo fragmento sirve de introducción a este que está Usted leyendo amable lector. Al joven francés que lo escribió, ya que apenas llegaba a los 18 años, le obsesionaba encontrar la razón por la cual un pueblo era capaz de obedecer a un tirano, descontando el uso de la fuerza.

Hoy el poder se ha ido refinando en sus métodos y abarcando formas que antes no estaban tan desarrolladas, pero sigue siendo básicamente el mismo. O sirve para responder a los intereses de las mayorías, o para beneficiar a una minúscula minoría.

Dejando de lado lo que motivó a de la Boétie a escribir su ensayo y a su contexto histórico específico, nos puede servir como pretexto para preguntarnos por qué aguantamos leyes injustas, autoridades corruptas e ineficientes, sistemas educativos malos, la absurda e insultante concentración de la riqueza, la violencia en carne propia para enfrentar problemas que ni siquiera son nuestros, los feminicidios, la intolerancia religiosa, la simulación y el engaño que deja de ser tal porque todos nos damos cuenta.

Nos volvemos cómplices de las personas y prácticas que nos perjudican al no resistirnos, al “dejar hacer” de los que nos molestan y agreden, abandonamos espacios que eran nuestros y se los dejamos a los que nos tiranizan.

Desde hace mucho tenemos funcionarios en la educación que ni siquiera permiten que sus hijos asistan a una escuela pública, porque las desprecian, no les interesan, consideran a los estudiantes como carne de cañón de sus políticas y enjuagues privados, como futuros empleados baratos, como simple mano de obra que no debe pasar de ser eso. A las críticas venidas de todos lados por la mala calidad educativa, tanto pública como privada porque ninguna se salva, los medios de comunicación y las autoridades sólo le hacen caso a las que vienen de los que creen que son semejantes a ellos. Le dan una interlocución privilegiada a organizaciones dirigidas por los juniors de los grandes empresarios y asesores eternos de los presidentes de la república, como para librarse de la responsabilidad de sus malos consejos; o hacen caso a organismos empresariales que todos sabemos que tienen su propia agenda ajena a todos los demás. Esos que exigen que las escuelas les capaciten a su mano de obra con recursos públicos, para que ni siquiera gasten en eso; que se aprovechan de la inexistencia de un proyecto de nación incluyente, plural, donde ganemos todos, para imponer otro donde sólo ganan ellos.

La semana pasada citamos las declaraciones de dos funcionarios públicos del sector educativo, uno federal y el otro estatal, desgraciadamente allí murió lo que pudiera haber sido una buena discusión, los medios de comunicación silenciaron el tema en lugar de buscar las voces interesadas, que sí las hay. Hay muchos cuestionamientos, críticas serias y no tanto, pero también hay propuestas muy interesantes que no se conocen lo suficiente porque los proponentes responden a una lógica diferente a la de los poderosos.

Mientras, nos enteramos que los mexicanos leemos 2.2 libros por habitante al año, promedio engañoso porque hay muchísimos que no leerán ni uno en toda su vida, como ese 25 por ciento de queretanos de los municipios serranos y del semidesierto que no saben leer ni escribir. Los españoles leerán 7.7 libros en promedio, los portugueses, que para nada son un país rico 8.5 y, los alemanes 12. En el mismo evento, el Consejo de la Comunicación (la voz de las empresas) exigió al secretario de educación elevar las metas de resultados en la prueba ENLACE, así que ahora vamos a educar para pasar la dichosa prueba, no para disfrutar de la vida y vivir plenamente, como humanos.

Pero importa la cantidad y también la calidad, allí tampoco andamos muy bien que digamos, no es lo mismo leer buena literatura, lo que sea que signifique eso, que libros de texto, pasquines mal hechos o ladrillos de autoayuda que en realidad no sirven para nada.