viernes, 13 de mayo de 2011

MÁS ALLÁ DEL ACOSO

“No hay político en el mundo que piense las cosas a 15 ó 20 años vista, la mayoría de ellos sólo la piensa 3 ó 4 meses cuando mucho. Entonces, tiene que ser la sociedad la que exija el interés por la educación, tiene que ser la sociedad la que fuerce de alguna manera a los políticos a preocuparse por la educación, no simplemente a preocuparse por mejorar la tecnología educativa, yo que he frecuentado a muchos ministros de educación en varios países y antes o después siempre sale: “Vamos a dotar a todos los niños de una computadora”, bueno me parece muy bien naturalmente que unos niños tengan computadora, y tengan zapatos, y tengan ropa y tengan todas las cosas útiles para la vida. Pero la educación es algo que se hace de persona a persona, cuerpo a cuerpo como otras muchas cosas importantes de la vida, como el amor no se puede hacer de manera virtual, hay que hacerla cuerpo a cuerpo, porque sólo otro ser humano nos puede enseñar a ser humanos, sólo otro ser humano nos puede enseñar a vivir como humanos, ninguna máquina, ningún aparato”. Fernando Savater, versión estenográfica de conferencia ante dirigentes del SNTE, mayo 2011.

Esa visión corta e inmediatista de los políticos, los lleva a creer que hay soluciones casi mágicas para los problemas sociales. Desde hace unos meses para acá nos han estado bombardeando con estadísticas acerca de la gravedad de un problema como el acoso escolar, llamado bullying por muchos comentaristas. Ahora se les ocurrió que para atacar tal problema hay que legislar para penalizarlo, sin saber lo que cualquier educador sabe, que los efectos de la educación son a largo plazo, que el problema del acoso escolar refleja cosas más profundas que nos retratan como una sociedad discriminadora e intolerante.

Se discrimina y agrede al más chaparro o al más alto, al más moreno o al más descolorido, al más gordo o al más flaco, al más callado y al más gritón, al supuestamente más feo o más guapo, al fresa o al emo, al amanerado, al homosexual, al que no puede hacer ejercicio, al “burro” y al aplicado, al borracho y al abstemio. Todos discriminamos y somos objeto de discriminación, pero las víctimas perfectas son los que menos se saben defender, los que no han adquirido la seguridad suficiente para que no resulten tan afectados por lo que dicen o hacen los demás, los que no tienen la habilidad para crear lazos con otros y saber cubrirse de abusos con el grupo de amigos, los que no dicen nada, los que no acusan a los abusadores, los que sufren todo calladamente, con vergüenza, como si fuera su culpa.

Ante los dirigentes del SNTE, el filósofo y docente Fernando Savater señaló el objetivo principal de la educación en una sociedad masiva y tecnologizada como la nuestra, necesariamente plural y diversa: “Pero el objetivo de la educación va más allá, es la formación de ciudadanos; es decir, formar personas capaces de rentabilizar las garantías democráticas, de poder utilizar la democracia”. Y precisamente se requiere de un ambiente de tolerancia y de respeto a los demás para que exista la democracia. Nuestro problema es que los menos interesados porque haya una educación que apunte en ese sentido son los políticos, cuando debiera ser al contrario.

Si bien educa la escuela, también lo hacen otras instancias sociales: las familias, los medios de comunicación, las iglesias y sus ministros, las autoridades de cualquier tipo; las ciudades, comunidades y barrios con su organización peculiar, con sus costumbres y tradiciones, pero hay algo que no consideramos: “el ser gobernado educativamente, es el primer paso para poder llegar a ser gobernante y la importancia de la educación en nuestras sociedades es pensar que hay que educar a cada niño, a cada joven, a cada adolescente, como si el futuro del país dependiera de él, de las decisiones que él va a tomar, porque en último término es así”. El peligro es perder la perspectiva y creer que lo inmediato es lo importante, que aprender a leer, a compartir, a disfrutar y trabajar con los demás es un desperdicio de tiempo y recursos, con esa mentalidad nos convertimos y hacemos a los demás ignorantes: “los ignorantes tienen voto y voz como los demás, pero naturalmente los ignorantes pueden ser manipulados, los ignorantes pueden ser engañados, los ignorantes pueden vetar las transformaciones necesarias que implican algún sacrificio en primer término, poder apoyar propuestas demagógicas, etcétera”. No es la ignorancia académica que todos tenemos, es “la ignorancia de quien es incapaz de comprender las demandas sociales inteligibles que otros hacen. Quien es incapaz de expresar de manera argumentada e inteligible sus demandas sociales a los demás, de quien no puede, en una palabra, ni persuadir, ni ser persuadido”.

Atacar la intolerancia, promover el respeto a los demás porque todos somos diferentes, aprender a ser solidarios, saber identificar nuestros intereses, argumentarlos, contrastarlos, negociar la mejor solución para todos, impedir el acoso escolar o bullying rebasa con mucho las intenciones castigadoras de nuestros políticos; es hacer lo que ellos no saben, atender razones y trabajar a largo plazo.