viernes, 2 de diciembre de 2011

IDEAS EMBARAZOSAS


“A decir de Cinthia Covarrubias, presidenta de la Asociación de Madres Solteras en Querétaro, tan sólo en el periodo de dos años, el número de mujeres menores de 18 años atendidas por un embarazo en el Hospital del Niño y la Mujer de Querétaro pasó de 11 mil a 12 mil.” Alan Gamaliel Contreras Guadarrama www.libertaddepalabra.com 26 de Noviembre del 2011.

Los que trabajamos en escuelas secundarias o de media superior sabemos que el dato anterior es creíble, no solo por la fuente, una organización no gubernamental especializada en el tema, también porque no hubo desmentido por parte de las autoridades del Hospital referido, y porque vamos cotidianamente a menores de edad embarazadas.

La misma organización ofrece una posible respuesta a lo anterior: “han detectado que las autoridades educativas no presentan un interés por prevenir estas situaciones. Lamentó que no se ofrezca información sobre sexualidad y uso de métodos anticonceptivos en las escuelas secundarias.” Por tanto la alternativa sería consecuente con esa hipótesis: “razón por la cual iniciaron una campaña de prevención de embarazos no deseados y de adolescentes […] en las escuelas secundarias y de bachillerato de la entidad”. Bien por ellas.

Pero quizás cambiar un poco la perspectiva sirva para ver algunas cosas que estamos, todos, ignorando. Primero, cambiar de interlocutores dentro de las escuelas, no dirigirse a los directivos o a las autoridades educativas, apelar a la conciencia y el conocimiento de los mismos profesores, los que tienen ese contacto directo con los niños y adolescentes, los que ven cómo se truncan sueños, ilusiones, esperanzas y proyectos de vida por un embarazo no deseado. Segundo, seguramente el personal del sector salud tiene el conocimiento anatómico acerca de la prevención, sabe de las consecuencias físicas y hasta mentales que acarrea un evento imprevisto como este, pero no es lo mismo informar que educar; muchos adolescentes saben de los riesgos que acarrea el tener relaciones sexuales sin protección alguna y sin embargo las siguen teniendo, o las inician sin mayor reflexión ni prevención. Es decir, el contenido de la información puede ser el correcto, pero quien da el mensaje puede no ser el más adecuado, tener conocimientos mínimos de pedagogía es indispensable, resulta increíble que en una sesión donde se habla de “sexo” los muchachos se aburran, no presten atención o de plano se duerman. Tercero, referirse a lo concreto de las relaciones sexuales sin hablar de cómo han cambiado los conceptos del amor, de la seducción, del romance, del erotismo, de la sexualidad y del propio sexo, a lo largo del tiempo y en diferentes culturas de poco ha servido. Si a nuestros niños y jóvenes no se les educa ―en la familia, en la escuela, a través de los medios de comunicación masiva, etc.―, en el saber diferenciar sus sentimientos y emociones, en cómo expresarlos de forma tolerante y responsable, entonces sus modelos vendrán de lo que ven en programas televisivos “moralizantes” a que son tan afectos en recetarnos los directivos del duopolio televisivo, o al ejemplo de familias disfuncionales que basan la convivencia en violencia cotidiana de todo tipo, o de las nefastas telenovelas donde todo se vale y se presentan modelos patológicos de relaciones de pareja como si fueran los normales y deseables. Cuarto y último, por el momento. Hay que contar con que los mensajes acerca de practicar, a la edad conveniente, una sexualidad plena y disfrutable por muchos años, se topará con “filtros” que impiden que dichos mensajes se comprendan, que haya disposición a recibirlos; nos referimos a que los mexicanos, no solo en lo correspondiente a la sexualidad, somos muy prejuiciosos. Nos hemos acostumbrado a la simulación, nuestra educación religiosa y política es abundante y machacona en esto. Los muchachos fingen escandalizarse cuando se hace referencia a la sexualidad, al sexo, cuando lo practican recurrentemente y sin medir consecuencias, no únicamente en la cuestión del embarazo, también en los riesgos por la probabilidad de adquirir alguna infección de transmisión sexual o en darle la puntilla a una autoestima disminuida, en sentirse cosificados, abusados o violentados.

Hay que abordar el tema desde la Literatura, las Ciencias de la Salud, la Psicología, la Ética, la Filosofía, la Sociología, la Historia, el Arte en general, no quedarnos en la simple información instrumental de cómo se pone un condón porque no se lo van a poner, porque van a tener relaciones sexuales por las razones incorrectas, porque algo que debiera ser normal y disfrutable se convierte en una fuente más de preocupaciones, reproches y fracasos, porque vamos a tener niñas teniendo niños y lo peor, “educándolos” de la misma forma en que hicieron con ellas y ellos.