domingo, 29 de enero de 2012

APOSTAR CONTRA EL FUTURO


“No, claro que no me voy. Me voy a mi casa a dormir en las noches, nada más. Me voy a ir hasta 2015”. Humberto Moreira, 17 de noviembre del 2011.

A la hora de hacer cuentas las certezas se derrumban. Esa podría ser la lección de las últimas semanas en un proceso electoral federal que ya arrancó, aunque las campañas presidenciales, como tales, todavía no existen.

Fuera de lo virtual y ateniéndonos a lo real, los diferentes partidos políticos, o por lo menos los 3 más grandes, están anticipando que la contienda será muy reñida. Aún el que presume una amplia ventaja y pretende dar por seguro lo incierto, realiza preparativos para allegarse esas décimas de punto porcentual que pueden marcar la diferencia entre ganarlo todo y perder miserablemente.

Viajemos al pasado, al fin que como ya pasó allí está para ser revisado, revivido y reinterpretado. Era septiembre del 2011 y el todavía, hasta la actualidad, precandidato del partido tricolor, tenía concentrado todo el poder interno para hacer y deshacer a su arbitrio, sin más límite que su voluntad, así impuso al presidente de su partido y su equipo cooptaba las decisiones de una precampaña más que tempranera. Con esa facilidad señaló con su dedito quién sería “su” candidata al gobierno del Distrito Federal, también ofreció candidaturas importantes a sus posibles aliados. La oferta era importante, total, se trata de asegurar lo que se pueda al costo que sea y sin oposición interna manifiesta, pues a darle. Y le dieron aunque después no le cumplieron, pero es que cambiaron las condiciones políticas, la correlación de fuerzas, al partido-sindicato de Elba Esther Gordillo le tocaban ―ahora sí en pasado―, 24 diputaciones federales de las consideradas más “seguras”, además, senadurías para la hija de la maistra y su yerno, junto con otras en estados que le resultan estratégicos. El problema es que esas candidaturas son muy codiciadas y hay priistas que sienten que tienen más méritos para ocuparlas. Igual de cuestionados están los espacios ofrecidos al partido del tucán, pero la rebelión todavía no lo toca.

Mejor veamos de qué estamos hablando. Si consideramos la votación para diputados federales de mayoría relativa en el 2006, recordando que el PANAL dejó morir a su candidato presidencial llamando a votar por Felipe Calderón, al tiempo que se movilizaba con todo lo que tenía, haciendo énfasis de que era necesario votar por sus propios candidatos en la modalidad mencionada para conservar el registro, estaríamos hablando de casi 2 millones de votos (1,872,283 para ser exactos), lo que significa el 4.54 por ciento de la votación total, solo que en la elección intermedia del 2009 sus resultados se fueron a la baja, apenas alcanzó un 3.57 por ciento con un total de 1,234,497 votos. Los números son relativos si no los comparamos con algo más, y ese “algo más” es la diferencia de votos con que se declaró ganador al candidato panista a la presidencia, que fue de 243,934. ¿Poquitos verdad?

Así, pedir 24 candidaturas a diputados federales y participar en 4 fórmulas ― la primera fórmula en Chiapas y de la segunda en Nayarit, Sinaloa y Puebla―, a senadores no parece mucho. Pero a los números, más si son apuestas a un futuro por sí mismo incierto, hay que agregar otros factores presentes, que ya están y los influyen. El primero, la caída estrepitosa del presidente del CEN tricolor y, con él, de parte del equipo cercano a Peña Nieto, con ello resurgieron los bloques desplazados de las decisiones; segundo, el desprestigio creciente del poder real detrás del partido nueva alianza, incrementado por los malos resultados, una y otra vez ratificados, de nuestro sistema educativo; tercero, la rebelión creciente dentro de las filas del SNTE por los acuerdos cupulares con el régimen calderonista respecto de los cambios en la carrera magisterial, y la amenaza de castigo de una evaluación docente decidida y diseñada en lo oscurito. En muchas partes del país, la participación de los afiliados a ese sindicato en esos procesos se ha despeñado.

Aún así, hay estados donde esa alianza recibe oxígeno de emergencia, Querétaro es uno de ellos. Volviendo a las cifras y sabiendo que la apuesta principal del SNTE – PANAL es el segundo distrito federal con sede en San Juan del Río, encontramos que en el 2006 alcanzó una votación de 11,039 y un porcentaje de 7.15, todavía apetecible, pero tres años después la historia no fue tan buena, pues su votación disminuyó a 4,813 siendo el 2.97 por ciento de la votación total, con esa tendencia está difícil “regalar” ese distrito, además hay que tomar en cuenta que esa rebelión silenciosa dentro del SNTE es particularmente fuerte en esa región, por lo que no está garantizada la maquinaria magisterial.

Seguramente habrá más sorpresas, jugar con el futuro es mal negocio.