viernes, 9 de marzo de 2012

UN MUNDO PARA IMAGINAR


“El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas, había que señalarlas con el dedo”. Gabriel García Márquez Cien Años de Soledad.

En ese momento comienza un viaje alucinante, cuando las cosas no tienen nombre, cuando en la infancia apenas estamos apropiándonos del mundo que nos rodea. Primero del que tenemos, casi literalmente a la mano, el que tocamos, vemos, probamos, oímos, olemos; después, con las palabras, el que está fuera de nuestro alcance, con esos signos que, mágicamente, nos transportan a otros tiempos y otros sitios, que nos permiten asombrarnos de lo que vivimos y aprendemos, que vuelven disfrutable la aventura de vivir. Eso y más está contenido en una buena obra literaria que rebasa, con mucho, a la realidad. Como la del genial Gabo que celebra ―nunca mejor dicho― 85 años de edad.

No se trata solo de escribir bien, sino de hacerlo de manera que se establezca una especie de juego con el lector, con cada uno, que en este caso somos millones, para que cada quien se imagine lo que se cuenta a su manera, que se convierta en cómplice del escritor. De eso se trata la literatura, de despertar emociones, sentimientos, imágenes, asombros; de vivir muchas vidas en el espacio temporal de una sola. Esa es la genialidad de Gabriel García Márquez.

Un escritor sabe que apenas terminado un texto pierde el control sobre el mismo, que ya le pertenece a sus lectores, que significará mucho más de lo que alguna vez imaginó, allí está la riqueza de los escritos, en los otros. Cuando dejamos de ser una sociedad lectora perdemos más que una habilidad, dejamos de ser parte de esos mundos, dejamos de disfrutar y padecer ―que quizás sea lo mismo desde ópticas diferentes―, ya no aprendemos a la misma velocidad y con el mismo gusto, cualquier actividad que nos cambie la forma de ver e interpretar el mundo se torna obligatoria y desagradable, algo que hay que evitar a cualquier costo, hasta el mortal aburrimiento se les hace preferible.

Ya me fui al espacio sideral, comencé a escribir con la intención de hacer algún comentario sobre la situación de la mujer en un mundo globalizado donde todo es mercancía, quizás recuperar y volver a vivir aquellas épocas universitarias sumergidas en plenas luchas feministas, traer al presente los testimonios y las teorías que buscaban evitar que la lucha por los derechos de las mujeres cayera en la simple confrontación con los hombres, había que escarbar más hondo, encontrar las razones y los argumentos ocultos detrás de usos y costumbres, de tradiciones que parecían deseables y por lo mismo inmutables. Siempre un camino cuesta arriba, a veces con desesperantes retrocesos porque plantear una relación diferente entre géneros es como comenzar todo de nuevo, construir alcances y límites que beneficien a los dos.

Pero las cosas no son fáciles, nunca lo serán. Apenas el 17 de febrero de este año ―La Jornada―, pudimos calibrar el tamaño de los nuevos retos, que son los mismos pero con otras caras; un estudio conjunto del Instituto Nacional de las Mujeres y el INEGI titulado Mujeres y hombres 2011, encuentra: “que la asistencia escolar está claramente relacionada con el inicio de la maternidad a edades tempranas, ya que una de cada cuatro adolescentes (25 por ciento) que no asisten a la escuela es madre, mientras menos de uno por ciento de las jóvenes que va a clases ha tenido un hijo… El Inmujeres advierte que existe una relación entre la edad temprana del inicio de la reproducción y la presencia de condiciones socioeconómicas precarias de estas mujeres, toda vez que sus oportunidades y capacidades se ven limitadas por cumplir los roles y obligaciones asociadas con la maternidad… Sobre la situación conyugal los datos muestran que 7 por ciento viven en unión libre, 3 por ciento son casadas y 89 por ciento solteras.”

La trata de personas, principalmente mujeres, la prostitución forzada, el negocio de la pornografía son otras manifestaciones de la problemática femenina. La profesora de la Universidad de Melbourne Sheila Jeffreys ―Revista Ñ digital reseñada por Daniel Ulanovsky―, encuentra datos espeluznantes como este: “La industria de la triple X mueve 97 mil millones de dólares a nivel mundial. En un país como China se estima que ejercen la prostitución entre 10 y 20 millones de mujeres y que el dinero que mueve el pago por sexo y las actividades vinculadas alcanzan el 8 % de la economía de ese país.”

Enlazando los dos temas, entre el erotismo y el abuso sexual es difícil establecer líneas definidas a priori, por eso la polémica al trasladar al lenguaje cinematográfico algunas de las obras de García Márquez, pero, a final de cuentas, el arte o el morbo estarán en el cerebro del lector o del espectador.