viernes, 7 de septiembre de 2012

NO APRENDEMOS, ENLACE 2012

Esta experiencia ya la vivimos, sólo la estamos repitiendo porque no hay capacidad ni voluntad para escaparse de ella. Hace un año nos lamentamos de los bajos resultados alcanzados por nuestros niños en la prueba ENLACE, lo volvemos a hacer, la única diferencia es que el desplome ahora fue mayor. Según los datos disponibles, Querétaro ocupa el poco halagüeño lugar 29 (de 32) si se suman los porcentajes de alumnos de educación primaria que alcanzan las categorías de Bueno y Excelente (34.7), en lo que se refiere a la materia de español; en matemáticas, en el mismo nivel, estamos en el lugar 30 con apenas un 35.3 en la suma de las mismas categorías. En los siguientes niveles educativos todavía nos defendemos, estamos con la inercia de las generaciones que tuvieron puntajes arriba del promedio nacional, pero la diferencia se achica y pronto se revertirá por el efecto en cascada. Esto es, que las generaciones actuales, que tienen magros resultados en primaria, llegarán a secundaria y preparatoria dentro de algunos años y arrastrarán, a la baja, los que tenemos hasta el momento. Según la nota de Alan Gamaliel Contreras Guadarrama de Libertad de Palabra del 30 de agosto pasado «en el caso de Matemáticas, en nivel Secundaria, el estado logró un promedio de 20.5 por ciento de alumnos en “Bueno Excelente”, mayor al de la media nacional que es de 20.3 por ciento, logrando así el lugar número 11 a nivel nacional. En Español, el 24.3 de los alumnos evaluados obtuvieron calificaciones de “Bueno Excelente”, lo que lo coloca en por encima de la media nacional que es de 20.7 y en el tercer lugar nacional.» En la media superior el estado de Querétaro, en Matemáticas, tuvo un 36 .1 por ciento de alumnos en “Bueno Excelente”, con el sexto lugar nacional; mientras que en Comunicación logró obtener 60.1 puntos porcentuales y colocarse en el lugar número 3 a nivel nacional. A pesar de las posiciones obtenidas, la pérdida en los puntajes del 2006 al 2012 es evidente y preocupante, quien esté interesado puede consultar un análisis más a detalle en http://enlace.sep.gob.mx/content/gr/docs/2012/historico/22_QRO_ENLACE2012.pdf La respuesta de las autoridades es igual de deficiente que lo mostrado por los estudiantes de educación básica, según la misma nota, «el secretario de Educación, Fernando de la Isla Herrera, refirió que se implementará un programa piloto en 50 escuelas primarias para mejorar los niveles de calidad de lectura (comprensión) de los estudiantes, en el cual se involucrará a los estudiantes y padres de familia a través del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC’S).» Así, sin más detalles y apenas 50 escuelas de las cientos que existen en el estado. Ojalá que alguien les avisara que a leer se aprende leyendo, y a escribir, escribiendo. Vamos a ver hasta dónde llega el repartidero de culpas, fastidiar a los profesores está de moda, sería la salida fácil para ignorar que desde hace meses los recursos financieros no fluyen a las escuelas, del nivel que sea; o se están desviando o se están quedando en otras manos, pero cada vez se depende más de las cuotas, mal llamadas voluntarias, que se les exige a los padres de familia. Ejemplos sobran. Los estudiantes también pueden ser chivos expiatorios, llamarlos flojos, decir que están desmotivados, que sus padres no son lectores y que eso influye es descubrir el hilo negro. Vale la pena insistir en algunos puntos que se pierden en el discurso autojustificatorio. Primero, los programas institucionales de promoción a la lectura han fracasado, su principal logro es haber convencido a los niños y jóvenes que leer es aburrido, trabajoso, inútil; que no comprenden lo que leen porque son tontos, porque “no le echan ganas”. Nuestras escuelas, con todo y las reformas que se cargan más al aspecto administrativo y que ha convertido a los maestros en coleccionistas de formatos absurdos, en simples aplicadores de un programa que les es completamente extraño y ajeno, son espacios de aburrimiento, casi de reclusión en algunos casos, donde imperan más los castigos que los estímulos, donde se busca uniformar la apariencia y estandarizar el pensamiento. No olvidemos el pésimo papel que juegan los medios de comunicación, la verdadera secretaría de educación en este país, en este desbarajuste; no cumplen con los preceptos constitucionales, fomentan el fanatismo, el pensamiento mágico llevado al absurdo, sus argumentos telenoveleros justifican la doble moral, imponen modelos de comportamiento y apariencia que son ajenos a nuestra cultura, que ignoran a propósito los valores que creemos convenientes. Saben qué es lo peor, que es hora que los profesores y padres de familia no conocen los resultados que tuvieron sus alumnos e hijos, la información se queda en algunos medios como nota rutinaria anual y en algunos funcionarios que harán declaraciones tronantes para después olvidarse del tema, hasta el siguiente año. Los consejos educativos se entretendrán dictando reglas absurdas sobre la apariencia conveniente de alumnos y alumnas, sobre el largo de la falda del uniforme, sobre el color de tenis y zapatos, sobre el apego estricto a reglamentos absurdos que no favorecen el aprendizaje, y no le entrarán a la discusión de temas como los malos resultados académicos o los perversos programas de estímulo a la eficiencia docente. Lo que sea, menos entrarle directo al problema.

domingo, 2 de septiembre de 2012

DOCE AÑOS, DOS FRASES

Las claves del reto, las de su posible triunfo o derrota, las de su evaluación están en sus propias frases. Quizás ese sea el principal problema, los principios e ideología reducidos a simples aforismos que por lo mismo se quedaron en la superficie, sin poder anclar en el inconsciente colectivo. “Ganar el gobierno sin perder el partido”. Ese fue el primer reto. El problema es que comenzaron a perderlo desde el salinismo. La eclosión de un fenómeno de repudio popular que se volcaría en las urnas en julio del 88 los tomó desprevenidos. El Partido Acción Nacional se veía a sí mismo como la alternativa frente a un priismo corrupto, fincado en viejas prácticas corporativistas que secuestraban la libertad de elección de sus agremiados; creían ser el otro lado del espejo. Pero de tanto mirarse en él se fueron convirtiendo en lo mismo que reflejaban. Ante la disyuntiva, prefirieron transar con el PRI de siempre, por su miedo a un PRI renovado que fue empujado, tantito, hacia la izquierda. El debilitamiento del panismo tradicional, el de los principios, el representante de millones de ciudadanos que no cabían en un partido oficial caduco, el de la larga brega, comenzó cuando legitimó al salinismo a pesar del escandaloso fraude electoral, a partir de ese momento comenzó a arriar sus banderas y fueron raptadas por el partido del neoliberalismo institucionalizado disfrazado de revolucionario. Tradicionalmente el poder priista estaba apoyado en los “sectores” obrero, campesino y popular, allí se daban los primeros jaloneos y acuerdos por posiciones políticas en las cámaras, en el gabinete, en los estados, en los municipios, en la burocracia interna del partido. Cada dirigente se encargaba de “controlar” el pedacito que le tocaba y entregaba cuentas al escalón siguiente de la pirámide, hasta llegar a la cúspide, la presidencia de la república y del partido; y de allí corría en sentido contrario, todo bien amarradito. Carlos Salinas pretende cambiar, sustituyéndolos, esos equilibrios; su inmensa megalomanía (nunca tan bien empleado el pleonasmo) busca destruir esos tres sectores y hacer una controlable masa amorfa llamada Solidaridad, y es que el neoliberalismo transita por el debilitamiento de los gremios que pretenden, aunque sea en el discurso, defender ciertos derechos históricamente ganados. Perdida la primera oportunidad de cambiar esa manera de hacer política, en el 2000 la inconformidad ciudadana vuelve a expresarse, la derrota tricolor, antes impensable, quedó al alcance de la mano. Desgraciadamente para el PAN, su candidato oportunista: Vicente Fox, representante de ese neopanismo pragmático y sin raíces, desplaza de las decisiones a su partido y queda en manos de una manada de farsantes ampulosamente llamados “head-hunters”. Se ganó el gobierno pero se perdió al partido. El bono democrático se tiró a la basura y se hicieron los tratos cupulares con los viejos resortes del poder, con el sindicalismo más corrupto y rancio de los petroleros, del SNTE y de la miríada de agrupaciones que habían resistido, aunque fuera conservando el nombre y parte de su membresía, a los embates del salinismo en su versión zedillista. También se solapó la corrupción de gobernadores y presidentes municipales; es cierto, el PRI se fragmentó pero conservó su pegamento: la corrupción. “Haiga sido como haiga sido”. La frasecita retrató todo el sexenio calderonista, se perdió la brújula de la ética pública y política, otra vez, como en los más de 70 años de predominio tricolor, el fin justificando los medios, por muy ilegales y dañinos que sean estos. Perdida la legitimidad interna y externa se buscó darle la vuelta a la aprobación popular imponiendo una guerra cuyas víctimas mortales sobrepasan las 90 mil, según cifras oficiales del INEGI; también hay cientos de miles de desplazados que prefieren perder lo ganado con muchos años de trabajo y esfuerzo por quedar a merced de la violencia e inseguridad. Caso paradójico, la necedad y autoritarismo calderonista impidieron que se acordaran las reformas estructurales que tanto busca el neoliberalismo para apropiarse de lo poco que queda, y que son, además, coincidentes con el priismo que llega impune con todas sus mañas para comprar y coaccionar el voto. Por eso la recurrente crisis económica que tiene postrada a la zona euro no nos ha pegado tan fuerte. No por la fortaleza ─en realidad inexistente─, de la economía mexicana, si no por los frenos puestos por la falta de esas reformas con las que vuelven a amenazar. No por nada se pierde ahora el gobierno, el panismo se quedó sin banderas, no sólo perdió la batalla contra la corrupción, se sumergió en ella hasta ahogarse, dejó de ser funcional para unas cúpulas empresariales que tomaron partido por el otro lado del espejo, total son lo mismo. Queda la incógnita de qué tanto aprendió la lección la izquierda partidista, porque la otra, la social, parece tener más claro el panorama. Para el PAN, sería un suicidio refundarse al estilo felipista; hay que regresar a los orígenes, recuperar los ideales y las banderas, porque hoy existen dos partidos de derecha en México, el blanquiazul y el “nuevo” PRI, y esa redundancia paraliza y volverá obsoleto y prescindible a alguno de los dos.