viernes, 7 de diciembre de 2012

RELIGIOSIDAD MESTIZA

Las efemérides corren el riego, por repetitivas, de perder todo significado. En fechas importantes, esas que forman parte de nuestra forma colectiva de procesar la vida, apenas nos quedamos con el día de descanso, de no asistencia a un trabajo que por obligatorio se vuelve indeseable; si acaso nos quedamos con algunos rituales sin saber de dónde vienen o para qué sirven. Nuestro país tiene una fecha especial en el 12 de diciembre de cada año. Parte de nuestro comportamiento barroco es que definiéndonos como un Estado laico respetemos festividades religiosas, pero es que es parte de nuestra historia, de lo que podríamos llamar nuestra genética espiritual. Variedad de autores han intentado explicar el guadalupanismo mexicano, tan vital que trasciende fronteras, aunque sigue siendo profundamente nuestro, nada más lo prestamos por ratitos, somos celosos, ni modo; pero no hay que olvidar que sin el proceso de conquista por parte de unos españoles frecuentemente invadidos y conquistados no se podría explicar. “Encerramos el hecho de la conquista en el siglo XVI, pero no es verdad, la conquista todavía no ha terminado. Desde comienzos del siglo XIX, los estados latinoamericanos retomaron el proyecto de la corona española de sustituir el mundo americano por el mundo europeo. Los pueblos que no pudieron ser exterminados fueron expulsados de sus regiones y obligados a vivir en regiones inhóspitas, donde debieron resguardar sus restos culturales en pésimas condiciones. Los herederos de ellos son los que ahora reaparecen en el escenario de América Latina, para su última defensa, antes de ser conquistados definitivamente, es decir, son los indios que ya no pueden restablecer, reconstruir su propia identidad y en ese sentido, lo que se percibe justamente y como fenómeno negativo del mestizaje es esto: la imposibilidad de reconstruirlos. Los indios de hoy en los Andes ya no pueden reconstruir el incario; los mayas de hoy no podrían ya reconstruir su sociedad, sus religiones, sus lenguas. Es imposible, todo eso está perdido, o peor aún, como una herida abierta, está terminando de perderse. Esa pérdida es una llaga que está sangrando desde hace siglos y que no tiene la salida ideal que uno podría imaginar, la de recomponer el mundo prehispánico; y sin embargo los restos de esas culturas continúan allí siendo completamente destruidos” ?Bolívar Echeverría, Mestizaje y Codigofagia en: http://www.lai.fu-berlin.de?. Pero Bolívar Echeverría lo sabe y nosotros también, la conquista no fue una relación pasiva, de simple sometimiento, hubo resistencias hasta donde se pudo, también hubo formas de influenciar las nuevas creencias, los nuevos dioses, de hacerlas y hacerlos a la imagen de esos pueblos originarios que ya no existen en estado puro, original. Sucede con el lenguaje pero no se queda allí, abarca todo lo que el lenguaje puede representar: “El proceso de mestizaje es un proceso lleno de violencia; las identidades culturales no se encuentran para resolver o dirimir sus diferencias en una mesa redonda, sino para devorarse las unas a las otras, para golpear una a otra hasta dejarse inerme y devorarse. Es un proceso muy doloroso históricamente. Ya en el siglo XVII es la tragedia de la destrucción de las culturas prehispánicas, la que prevalece en la mínima población indígena que quedó después de la devastación del siglo XVI. Y es esta situación de desesperación la que los lleva, imposibilitados de reconstruir su propia civilización, a reconstruir la civilización europea devorándola desde adentro y construyendo de esa forma la peculiaridad de la cultura latinoamericana. Esto podemos observarlo en la reconstrucción de la lengua española como español americano”. Allí puede estar una de las razones del porqué el 12 de diciembre nos parece tan entrañable, tan metido en nuestros genes como mestizos que somos, porque le damos la vuelta a esa conquista y la devoramos por dentro, le incluimos, disfrazada, una cosmogonía que se presentaba como incompatible, como pecaminosa. “La primera pieza de la literatura guadalupana es el breve y delicado texto de la relación del aparecimiento de la Virgen Maria al indio macehual Juan Diego; relación conocida como el Nican mopohua (Aquí se relata) y redactada en 1556 como es ya reconocido por todos, por Antonio Valeriano, un indio cultivado -sin ser pilli o noble de nacimiento- en el famoso Colegio de Tlaltelolco, discípulo aventajado de Fray Bernardino de Sahagún, el autor de la gran Historia general de las cosas de la nueva España. (El Nican mopohua fue publicado sólo en 1649 por Luis Lasso de la Vega. Su manuscrito se conserva actualmente en la Bibioteca Pública de Nueva York.)” Bolívar Echeverría Meditaciones sobre el barroquismo. Se termina el inclemente espacio, todavía hay que relatar que el culto mariano no fue aceptado a buenas y primeras, también hubo resistencias por parte de una jerarquía eclesial que notaba una desviación del catolicismo ortodoxo, va la última cita: En 1556, fray Francisco de Bustamante pronuncia un sermón, que causa gran escándalo en el auditorio y en la ciudad, en contra de la creciente devoción, según él idolátrica, a la imagen de Guadalupe en el Tepeyácac, “adorada allí como si fuera Dios” lo mismo por los naturales que por los españoles, como el famoso “ganadero” español curado milagrosamente por ella. Escándalo que el Arzobispo Montúfar aprovecha para promover la “Información de 1556”, cuyo procurador, Juan de Salazar, deberá concluir con la consideración de que es prudente censurar a Bustamante, y esto no sólo porque la devoción, que reúne ya a todos, ha crecido desmesurada e indeteniblemente, sino porque la devoción guadalupana resulta útil contra la idolatría abierta, precristiana, a la que Salazar llama eufemísticamente “excesos que la gente hacía antes de que se venerara a la Madre de Dios en el Tepeyac”.