domingo, 23 de diciembre de 2012

RETOS EDUCATIVOS 2013

“La educación es importante porque hay que fabricar ciudadanos, fabricar ciudadanos es fabricar algo más que empleados. Está muy bien que las personas desarrollen conocimientos para ser capaces de hacer trabajos útiles en la vida, en la comunidad, pero eso no basta, un ciudadano tiene que hacer mucho más que eso […] Un ciudadano tiene que hacerse y tiene que ser educado para eso. Muchas veces, los Estados piensan que la educación es muy cara, porque lo es; la buena educación es muy cara. Exige muchos profesores, apoyo, grupos pequeños, renovación, reciclaje de los conocimientos de los maestros, pero hay que recordar que la mala educación se paga mucho más cara.” La mala educación es la más cara del mundo. Un diálogo entre Fernando Savater y Rafael Pérez Gay en la FIL 2012 publicado el 10 de diciembre en El Universal. Al momento de redactar este texto se discuten en el Congreso los cambios en el artículo tercero constitucional y en otras leyes y reglamentos relativos a la educación, se dice que son indispensables para que el Estado recupere la rectoría en el tema, como si la dirigencia sindical del SNTE fuera la única interesada en mantener sus privilegios, en influir en lo que aprendemos y en cómo nos comportamos. Aprender a ser ciudadanos no es tarea exclusiva de la escuela, también educan las familias, los medios de comunicación, las iglesias, las empresas, las ciudades; todos educamos y somos educados. Uno de los primeros retos que tenemos como país, es recuperar esos espacios de decisión que los llamados “poderes fácticos” han estado aprovechando para sus propios intereses, alinearlos en dirección a objetivos comunes, que participen en un ambiente plural, diverso, tolerante; que tengamos acuerdos que todos respetemos porque nos convienen a todos, Savater lo dice así: “La política es la organización institucional de la sociedad. Sociedad quiere decir que somos socios. Los socios no se tratan de manera violenta, no se intentan asesinar, los socios son socios porque intentar colaborar unos con otros, intentan remediar las carencias de unos y otros porque intentan ganar juntos o minimizar pérdidas juntos, eso es la sociedad y la política es el propósito de institucionalizar ese intento de vivir como socios”. Pero las cosas no se han hecho así y este es el segundo reto. Hay que recordar que desde la primera década de este siglo los contenidos, los planes y programas, la articulación entre los niveles, la manera de evaluar, han tenido cambios importantes con resultados más pobres de los esperados. La experiencia nos dice que mientras esos cambios se decidan en las cúpulas, sin la participación de los docentes solo existirán en los escritorios, en los discursos, en la escasa imaginación de los gobernantes. El reto es abrir la discusión, informar, convencer, sensibilizar a la sociedad sobre la necesidad y pertinencia de los mismos. La calidad tampoco es la deseada, no trascendemos en educar para la democracia, no educamos ciudadanos, allí está el tercer reto; las competencias educativas crean empleados sin iniciativa, sin creatividad, apenas para seguir instrucciones muy básicas, apenas para hacer como que entienden. Y mientras, la reprobación ─que desaparece por decreto─ y la deserción incrementan a niveles alarmantes, ya ni mencionar la casi nula comprensión lectora y la escasa habilidad en el uso de las matemáticas para entender, disfrutar e influir en un mundo que cambia cada vez más rápido. El cultivo de las artes sería una estupenda idea, indispensable. Un cuarto reto lo tenemos en el adecuado reparto de responsabilidades. De unos años para acá se ha desatado una campaña para desprestigiar a la educación pública y a los profesores, a la desgastante actividad de intentar crear ambientes de aprendizaje en escuelas y aulas que carecen de lo más indispensable, hay que agregarle otras que las familias han abandonado, como la lucha contra las adicciones, por una alimentación y estilos de vida saludables, por fomentar hábitos como el de la lectura, de estudio. Nuestros niños y jóvenes llegan a las escuelas desfasados en su desarrollo físico y emocional, se saltan la infancia y adolescencia en un fracasado intento por adquirir una madurez que los adultos que los rodean han renunciado a ejercer. Muy temprano son encargados de criar a hermanos y sobrinos, despuesito a sus propios hijos, tienen que decidir si continúan estudiando o no, porque muchas veces los padres no se comprometen a apoyar sus esfuerzos, no disfrutan a plenitud cada etapa de su vida, a los 15 años no tienen mayor expectativa ni proyecto que “seguirla pasando”. Y esto no se va a arreglar con las escuelas de tiempo completo o de jornada extendida, más de lo mismo agudiza los problemas, no los resuelve. Hay otros retos, pero quedémonos en un quinto que tiene mucho que ver con el anterior: “En cuanto al laicismo: es uno de los componentes de la democracia. Las democracias tienen que ser laicas porque es la única forma de respetar la religión, en contra de lo que creen los fanáticos o los teócratas que piensan que el laicismo es despectivo o contrario a las religiones. No, el laicismo es la única forma de respetar las religiones, pero todas. Porque, claro, tener creencias religiosas es un derecho de cada cual, pero no es un deber de nadie y mucho menos es un deber de la sociedad; por lo tanto las creencias o no creencias religiosas deben ser respetadas mientras se sometan a unas leyes comunes, porque nosotros no vivimos en una teocracia, sino que vivimos en una sociedad que tiene unas leyes organizadas de acuerdo con las luces de la razón humana. Luego dentro de ellas, cada uno si quiere, puede buscar una trascendencia o no, eso ya depende de cada cual”. Hay valores a los que no podemos renunciar, que trascienden los tiempos porque tienen que ver con nuestra humanidad y por lo mismo están más allá de alguna religión en particular porque aparecen en todas, por eso no se puede privilegiar a ninguna, eso sí sería discriminatorio. Estos son algunos retos, actuemos para vencerlos.