sábado, 5 de enero de 2013

DESESCOLARIZAR LA ESCUELA

Lo único que tenemos seguro es el pasado, el presente se nos escurre constantemente, no hay forma de atraparlo, el futuro no existe, apenas se está haciendo y se convierte en presente, apenas lo estamos viviendo y ya se quedó atrás. Por eso tenemos que recurrir a nuestra historia personal y colectiva para saber qué hacer en circunstancias que se aparecen como nuevas, por eso, ignorar lo que fuimos es desconocer lo que somos y podemos ser. Este asunto de los tiempos nos trae locos, nos desfasamos, queremos pasarlo por alto pero el mismo tiempo nos aprisiona. La discusión sobre nuestro sistema educativo amenaza con desbordarse, su crisis es apenas un reflejo de algo mucho más amplio, no encontramos cómo insertarnos en un mundo que tecnológicamente cambia tan rápido que parece que deja inservibles los conocimientos que hemos atesorado por generaciones, como si nuestra “humanidad” tuviera fecha de caducidad, igual que los artilugios que nos sorben la vida cotidianamente ?video juegos, teléfonos móviles, ipads, iphones, etc.? Este 2013 se pone estresante porque le depositamos expectativas muy altas. Ahora sí vamos a cambiar lo que no hicimos en la reciente “docena trágica”, ahora sí nos insertaremos plenamente en una modernidad neoliberal que se antoja porque está de moda, aunque lleguemos a ella con años de retraso e ignorando sus nefastos efectos en regiones enteras, como la Europa actual, ahora sí seremos modernos y desarrollados, como si la voluntad fuera suficiente. Pero dejemos los rodeos, anclemos la vista en una parte de ese pasado para tratar de comprender el tiempo que vivimos. Antes de salir a las vacaciones decembrinas pasadas, los días 13, 14 y 15 de diciembre se realizó, en la ciudad de Cuernavaca, el denominado Encuentro Intercultural 2012 dedicado a la memoria de Iván Illich, un personaje más que peculiar y que es considerado representante del humanismo radical. De su amplia vida académica solo mencionaremos sus reconocidos estudios en Teología, Filosofía y su doctorado en Historia. “A finales de la década de los cincuentas, Illich fundó en la Universidad Fordham en Nueva York, el Centro de Formación Intercultural (CIF) mientras trabajaba como investigador y profesor del Departamento de Sociología, impartiendo seminarios intensivos dos veces al año. El propósito del CIF era capacitar a los misioneros norteamericanos, no sólo para hablar español, sino sobre todo para entender y respetar las culturas de los países latinoamericanos, no desde la perspectiva de una cultura dominante que piadosamente les lleva la salvación, sino propiciando un diálogo intercultural entre semejantes.” A final de cuentas ese CIF terminó por asentarse en Cuernavaca, fue parte de esa tendencia rara que hizo de esa ciudad un espacio crítico y alternativo mundialmente importante, que buscaba y proponía alternativas frente a esa “aldea global” que ya advertía Marshall McLuhan y que cambiaría nuestra forma de pensar y vivir. Este austriaco cuyas ideas merecen ser revisitadas, tenía ideas muy claras sobre el papel que debiera jugar la educación en la vida de cada uno de nosotros y en nuestras sociedades, la “desescolarización” que proponía no deja de ser polémica pero rica en crítica a algo que creemos eterno e inmutable y que no es ninguna de las dos cosas: nuestro modelo educativo. Explorar las ideas de Iván Illich en este espacio sería imposible, queda la invitación para que cada quien lo haga, en el ciberespacio hay información abundante al respecto, comenzando con www.ivanillich.org.mx, pero podemos comenzar con lo que es una crítica frontal al modelo de adquisición de competencias, tan socorrido hoy en día: «"Aprender haciendo" no sirve de mucho mientras lo que se hace tenga que ser definido, por los educadores profesionales o por las autoridades, como cierto aprendizaje al que se concede valor social. La aldea mundial puede convertirse en una escuela mundial si los encargados de mover todas las cuerdas son los maestros; sólo el nombre la haría diferente de un manicomio universal administrado por terapeutas sociales o de una prisión mundial a cargo de la policía.» Y es que lo principal es la libertad del estudiante para decidir qué estudiar y cómo utilizar ese conocimiento en su vida diaria, que el individuo tenga a su disposición los aprendizajes necesarios para guiar sus expectativas de vida, en lugar de encontrarse con un ambiente cerrado donde “otros” deciden qué tiene que hacer, qué tiene que aprender, cómo tiene que pensar, dónde lo tiene que hacer, y que solo tiene valor ?certificación? eso predefinido y por tanto obligatorio. Evitar eso es parte de la desescolarización. “La escuela ha convertido a los maestros en administradores de programas de capitalización de los recursos humanos por medio de cambios bien planeados y dirigidos. En una sociedad escolarizada, el desempeño de los maestros profesionales se convierte en una necesidad primaria que lleva a los alumnos a picar el anzuelo de la dependencia y del consumo incesante de servicios escolares.” Como escribimos en el número anterior de este quinceañero Magazine, no estamos propiciando que nuestros niños y jóvenes se conviertan en ciudadanos plenos, que sepan ejercer su libertad de forma responsable y solidaria, producimos empleados obedientes a lo que les ordena alguien más, necesariamente insatisfechos con su propia vida, y eso es injusto, inhumano y peligroso. Pero demos al 2013 el beneficio de la duda, total, lo iremos haciendo cada día.