viernes, 30 de agosto de 2013

LA BATALLA POR LA EDUCACIÓN

El pésimo manejo político de la mal llamada reforma educativa, ha elevado los niveles de confrontación a niveles inimaginables. La prisa legislativa corresponde a un manejo estrictamente cupular de los integrantes del llamado Pacto por México, urgidos de posicionarse y legitimarse después de otro proceso electoral cuestionado. Ponerse de acuerdo y definir prioridades no es malo, siempre y cuando se parta de un diagnóstico que incluya las más diversas voces y jerarquice los intereses colectivos; desgraciadamente no fue el caso, los posibles acuerdos sociales fueron sustituidos por groseras imposiciones unilaterales y excluyentes, los resultados están a la vista aunque manipulados y sesgados por esos poderes fácticos empresariales que no han sido tocados. Hagamos algo de historia, porque la educación no es una materia aséptica, libre de intenciones y de intereses, en el caso de nuestro país, lo aclara Rafael de la Garza Talavera en: La reforma laboral de la educación y el neoliberalismo en México, “…su carácter público estuvo y está orientado a definir la educación pública como una inversión social y no solamente individual. De otro modo, si la persona invierte recursos para pagarse una carrera en una institución privada de educación superior, al terminar sus estudios saldrá a la calle con el deseo de recuperar su inversión. El compromiso social del egresado del sistema público, se convierte, en el egresado de una institución privada, en un compromiso personal para hacer rentable su inversión. Y es así como existe hoy una visión empresarial del conocimiento, que privilegia el beneficio personal por encima del social. Ya no se concibe a la educación como un bien social, público, sino como un bien privado, personal y es imposible negar que la tendencia neoliberal en la educación se ha ido fortaleciendo en detrimento de la visión social [...] La dinámica neoliberal aspira a la mercantilización de todas las cosas. Así, el agua, la tierra y en general todos los bienes que por siglos han sido considerados públicos son sometidos a la adjudicación de un valor monetario y su capacidad para producir ganancias. La educación, uno de los bienes sociales más importantes para el desarrollo de las sociedades contemporáneas, no ha escapado de este proceso. En efecto, la mercantilización de la educación ha tenido como objetivo primordial transformarla en un buen negocio, aplicando los principios empresariales y organizándola para producir beneficios privados.” El presentar la propuesta del gobierno federal ─por acreditársela a uno de los actores directos─, como la única posible, es una mentira de una magnitud mayor a las protestas de los profesores que han tenido que trasladarse, y poner de cabeza, al distrito federal. Lo que está en juego no son solo medidas administrativas contra los “malos maestros”, sino un vuelco absoluto en la orientación del sistema educativo nacional. Además, es ignorante y falso afirmar, como se ha estado haciendo, que no existan propuestas diferentes a las dictaminadas o aprobadas, con exceso de prisas, por un congreso que se ha prestado al manejo cupular, debilitando su supuesta representación nacional. Sí hay propuestas, algunas están contenidas en un documento llamado “Análisis y perspectivas de la reforma educativa”, con los análisis y resolutivos de 9 reuniones regionales, un foro y textos de especialistas en la materia ─publicado por la CNTE en julio de este año y difundido por todos los medios a su alcance, que fueron muy escasos por el cerco informativo del que ha sido víctima─, son 218 cuartillas cuyo contenido ni siquiera fue leído por nuestros acuciosos legisladores. Algunos de los puntos importantes y buscando no repetir, se establece que la reforma aprobada o en camino de serlo: “No tiene un contenido pedagógico: no hay nada en ella que esclarezca hacia donde se quiere caminar en el terreno pedagógico, no hay una sola idea que aclare cómo terminar con la desigualdad y el rezago educativo en el que se encuentran 37 millones de personas”; entre las muchas propuestas examinadas, individuales y colectivas, están las del Proyecto de Educación Alternativa encabezado por personajes como Pablo González Casanova, el obispo Raúl Vera López y otros, que proponen que: “La educación propicie la formación integral de los estudiantes. Promueva la equidad de género. Respete la multiculturalidad y diversidad social. Recupere nuestras raíces históricas y de identidad. Incluya las cosmovisiones de los pueblos originarios y descolonice del pensamiento eurocéntrico. Rescate la relación armónica entre el hombre y la naturaleza en el contexto de la crisis ecológica. Desarrolle desde lo endógeno las comunidades, barrios y entidades ante la globalización mercantilista. Se base en el humanismo para hacer frente a la degradación social, ética y espiritual, producto de las relaciones capitalistas. Retome la ciencia y la tecnología como herramientas al servicio de las mayorías, mejorando sus condiciones de vida y acrecentando el conocimiento universal. Anteponga la solidaridad al individualismo competitivo del modelo neoliberal. Forme en el pensamiento holístico, la inteligencia global, creativa, emocional, crítica, filosófica y lúdica. Promueva la imaginación, la curiosidad y la utopía para romper cualquier límite o paradigma de nuestro tiempo, en la búsqueda constante de nuevas ideas. Sea liberadora, emancipadora y transformadora. Forje la conciencia social, de clase y la pertenencia planetaria a una sola humanidad, sin distinciones de raza, género o condición social. Construya nuevas relaciones de trabajo colectivas desde la escuela, como una forma de generar socialmente la riqueza, sin explotación, ni de dominación alguna.” El especialista Hugo Aboites, cuya ponencia puede leerse en el documento ya citado, deja en claro que el actual proceso reformista: “es una clara confrontación internacional de clases sociales en torno a un proceso social sumamente importante, como es la educación, con proyectos también radicalmente diferentes y encontrados. Uno, el que promueve la subordinación de los niños y jóvenes a un modelo de sociedad autoritaria, empresarial, donde las personas son consideradas como parte del capital (aunque sean humanos) y como seres cuya función principal sea generar riqueza para otros en la forma más competitiva posible. El otro proyecto busca la formación integral, emancipatoria y solidaria de los niños y jóvenes para convertirlos en actores comprometidos y sabios, capaces de trabajar por su familia y por la transformación de la sociedad en un espacio donde todos tengan los mismos derechos a la vida y al bienestar [...] Por eso decimos que se trata de una reforma profundamente privatizadora, porque el Estado cede a organismos internacionales y al sector privado la determinación de la agenda que debe seguirse, e incluye esa visión y prioridades (“la calidad” y “evaluación”) incluso en la Constitución. La ausencia de un diagnóstico previo es un atropello a la racionalidad y detenida consideración que debería tener una reforma constitucional en un tema tan delicado como el de la educación.”