sábado, 7 de diciembre de 2013

PISA Y CORRE

Se acaba el tiempo y la tolerancia, las famosas “reformas estructurales” se están quedando en pura política de aparador, nada más para la foto del momento y llenar los titulares algunas semanas, días en el peor de los casos. Eso puede deberse a dos cosas, la primera a que no se está atacando el problema principal, ese que atora cualquier cambio por bienintencionado que sea; en el caso mexicano no es uno solo, es una mezcla explosiva compuesta de corrupción e impunidad institucionales, que hacen que cualquier intento acabe en un repartidero de “moches”, como se dice ahora, para que nada se aplique, o que se haga como que sí pero siempre no. Y es que no tiene sentido cambiar las leyes si en la realidad cualquiera se las puede saltar con módica mordida de por medio, como que es demasiado gasto reformar algo que no se respeta porque las instancias encargadas de vigilar su cumplimiento son interesadamente omisas. La segunda, porque los cambios están tan mal hechos que apuntan en sentido contrario al manifestado públicamente. No nos metamos en muchas broncas, centremos la atención, otra vez, en el problema educativo. Para no cansar nos vamos a saltar la parte de que la “otra” secretaría de educación pública, constituida por el duopolio televisivo, que mal educa con su programación estúpida y sus ejemplos telenoveleros de doble moral, se está quedando fuera de la discusión. Vamos con algo más actual y qué mejor que los recién anunciados resultados de la prueba que aplica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, cuyo nombre es la mejor muestra de una doble contradicción. Comencemos por lo que la publicidad oficial se resiste a mencionar: “En México, la diferencia en el índice de calidad de los recursos educativos entre escuelas es la más alta de toda la OCDE y la tercera más alta de todos los participantes en PISA (detrás de Perú y Costa Rica), reflejando altos niveles de desigualdad en la distribución de recursos educativos en el país. En 32 de los 34 países de la OCDE, más del 90% de los jóvenes de 15 años están escolarizados; en México este índice de cobertura corresponde a menos del 70%. Si bien la cobertura escolar en México ha aumentado, pasando de 58% en 2003 a 70% en 2012, ésta sigue siendo la tercera cobertura más baja de todos los países que participaron en PISA 2012 (Sólo Albania y Vietnam tienen coberturas más bajas que México)” ‒http://www.oecd.org/pisa/keyfindings/PISA-2012-results-mexico-ESP.pdf‒. Con esto podemos asegurar, por si hiciera falta más evidencia, que la “preocupación” que nuestros gobernantes tienen en el tema educativo es pura saliva mal gastada, que no se refleja en lo real y que se utiliza para ganar simpatías y votos; pero no para elevar la comprensión lectora, o para que nuestros niños y estudiantes aprendan algo que los lleve a aprovechar las oportunidades, cada vez más escasas, que se les presenten en la vida. Obvio que tales desigualdades tienden a perpetuarse con un sistema educativo cuyas bases ideológicas están en los grupos de presión como Mexicanos Primero, que, para variar, utiliza los malos resultados para decir que se deben a que no se les hace caso cuando es totalmente lo contrario. Veamos los datos duros de la prueba: “el panorama en matemáticas de los jóvenes mexicanos de quince años y escolarizados es el siguiente: 55% de los alumnos mexicanos no alcanzan el nivel de competencias básico (nivel 2) en matemáticas (promedio OCDE: 23%). Menos de l1% de los alumnos mexicanos de 15 años logra alcanzar los niveles de competencia más altos (niveles 5 y 6) en matemáticas (promedio OCDE: 13%) El alumno promedio en México obtiene 413 puntos en matemáticas. El puntaje promedio en la OCDE es de 494, una diferencia con México que equivale a casi dos años de escolaridad”. En lectura el panorama también es desalentador: “41% de los alumnos mexicanos no alcanza n el nivel de competencias básico (nivel 2) (promedio OCDE: 18%). Menos del 0.5% los alumnos mexicanos de 15 años logra alcanzar los niveles de competencia más altos (niveles 5 y 6) (promedio OCDE: 8%). El alumno promedio en México obtiene 424 puntos. El puntaje promedio en la OCDE es de 496, una diferencia con México que equivale poco menos de dos años de escolaridad”. Leer las cifras sin detenerse a reflexionar sobre su significado no tiene caso, sería injusto decir que nuestros niños y jóvenes no pueden aprender y que los profesores no hacen lo que tienen que hacer. El problema rebasa al simple voluntarismo individual, porque en Ciencias también estamos muy mal: “47% de los alumnos mexicanos no alcanzan el nivel de competencias básico (nivel 2) en ciencias (promedio OCDE: 18%). Menos del 0.5% de los alumnos mexicanos de 15 años alcanza los niveles de competencia más altos (niveles 5 y 6) en ciencias (promedio OCDE: 8%). El alumno promedio en México obtiene 415 puntos en ciencia. El puntaje promedio en la OCDE es de 501…” El informe es abundante en conclusiones e interpretaciones, con algunas estamos de acuerdo, con otras no porque muestran un grave desconocimiento del sistema educativo mexicano, que se está cargando hacia el competir dejando como indeseable el cooperar. Que padece de un sistema de estímulos y escalafonario que podemos calificar, sin exagerar, de perverso, pero que a nadie parece importar por estar metido en el juego de ganar puntos aunque los alumnos no aprendan; más bien sí aprenden, a pasar las materias con mañas y no con aprendizajes que redunden en un buen desempeño académico y de vida. “En México, el nivel de ansiedad hacia las matemáticas es alta. Más de 75% de los alumnos mexicanos declara estar de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación “frecuentemente me preocupa que tendré dificultades en clases de matemáticas” y casi la mitad de los alumnos sienten ansiedad al intentar resolver problemas de matemáticas. En efecto, el índice de ansiedad hacia las matemáticas es, en México, el más alto de entre todos los países de la OCDE […] Los alumnos que asisten a escuelas con malas relaciones entre profesores y alumnos y con mal clima disciplinario tienden a mostrar menores niveles de compromiso con la escuela. Los alumnos en estos establecimientos tienen más probabilidades de llegar tarde, faltar sin autorización y tener actitudes negativas hacia la escuela […] En México la diferencia en el índice de calidad de los recursos educativos entre escuelas socio-económicamente aventajadas y en desventaja social es la más alta de toda la OCDE y la tercera más alta de todos los participantes en PISA (detrás de Perú y Costa Rica), reflejando altos niveles de desigualdad en la distribución de recursos educacionales en México.” Las cosas no van a mejorar con golpes de autoridad como se pretende, hay que consultar a los maestros, aprovechar su valiosa experiencia, convencer, colaborar sin amenazar, sin atascarse de formatos que reflejan algo que sólo existe en el papel. Basta por el momento, démonos tiempo para pensar.