viernes, 13 de marzo de 2015

NO HAY MÁS PODER

No tienen más poder que el de su palabra, pero por ser artistas, de los buenos no de los prefabricados por las televisoras y sus programas zopiloteros de chismes, tienen el valor de la sensibilidad, de la percepción que burla los controles de la conciencia que la adormece y la traiciona. Fernando del Paso es un creador prolífico aunque poco apresurado, su obra literaria es reconocida y ha transitado por la poesía, la novela, el ensayo, el teatro y el cuento, apenas la semana pasada se presentó en la Feria Internacional del Libro de Yucatán, su discurso fue reproducido dentro y fuera del país por ser él quien lo dijo y por lo que dijo, en un imaginario diálogo con otro grande de nuestra literatura recientemente fallecido, José Emilio Pacheco: “Quiero decirte que a los casi 80 años de edad me da pena aprender los nombres de los pueblos mexicanos que nunca aprendí en la escuela y que hoy me sé sólo cuando en ellos ocurre una tremenda injusticia; sólo cuando en ellos corre la sangre: Chenalhó, Ayotzinapa, Tlatlaya, Petaquillas…. ¡Qué pena, sí, qué vergüenza que sólo aprendamos su nombre cuando pasan a nuestra historia como pueblos bañados por la tragedia! ¡Qué pena también, que aprendamos cuando estamos viejos que los rarámuris o los triques mazatecas, son los nombres de pueblos mexicanos que nunca nos habían contado, y que sólo conocimos por la vez primera cuando fueron víctimas de un abuso o de un despojo por parte de compañías extranjeras o por parte de nuestras propias autoridades! […] Sí, dime cuándo empezamos a olvidar que la patria no es una posesión de unos cuantos, que la patria pertenece a todos sus hijos por igual: no sólo a aquellos que la cantamos y que estamos muy orgullosos de hacerlo: también a aquellos que la sufren en silencio […] creo que también es una vergüenza que tengamos que vivir muchos años para enterarnos de la existencia de más de sesenta lenguas en nuestro territorio, por ejemplo el wixárica o kickapoo, cada vez que el grupo indígena que habla una de esas lenguas, sea víctima de un despojo, de un ultraje a la sacralidad de su territorio, o cuando el río o los ríos que lo sustentan se vean contaminados por una empresa minera o por la irresponsabilidad de las autoridades, o por la fracturación salvaje en busca de petróleo o gas shale que amenaza con consumir millones de litros de sus reservas acuáticas.” Ya no se sabe si es por cinismo o simple ignorancia, quizá porque la genialidad no se puede ocultar y hay que reconocerla a ver si algo se pega, pero el que cobra como presidente de la república lo felicitó cuando su más reciente película ganó varios óscares; poquitos días después Alejandro González Iñárritu reincidió en una entrevista al diario italiano La Reppublica ―Reporte Índigo. Lunes 9 de marzo de 2015―: “Puedo volar a donde quiera, pero no puedo cortar mis raíces pues parece que hoy en día la corrupción ha llegado a los niveles más básicos de la vida. Antes sólo secuestraban a los ricos, ahora también se llevan a las personas que venden verduras, refrescos para el camino y hasta el mecánico. Los gobiernos ya no son parte de la corrupción, el Estado es la corrupción […] Es un miedo como el que te dan los lobos; existe porque no los vemos. Usted puede ir a una oficina para presentar una queja y el lobo puede estar allí, pero no lo ve. Vivimos en una estepa”. Su imaginación le da para crear cualquier tipo de monstruos, recrearlos para cuestionar lo que se supone nos separa de ellos, o nos iguala. Pero nunca imaginó que el país podría llegar al punto de quiebre que se encuentra ahora y lo dijo en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara apenas el martes 10 de marzo en una entrevista para el diario Reforma: “Me encantaría sentarme con la clase política y prenderles el fuego para que hubiera voluntad histórica, no nomás voluntad de robar. A muchos de nosotros nos van a olvidar, pero a ellos, las chingaderas que hacen, las va a recordar la historia […] Si tuviéramos el porcentaje de fallas que ha tenido el gobierno mexicano, estaríamos desempleados. Es un banquete de mierda tan enorme, que cuando lo cortas en pedacitos te lo alcanzas a comer. Está basculado el gobierno mexicano por la corrupción y el recorte”. Con su desparpajo dijo cosas más duras, pero a buen entendedor pocas palabras. Diversos organismos internacionales han señalado, en diferentes momentos y tonos la grave situación en que se encuentra nuestro país, pero nuestra clase política ―gobernantes, medios de comunicación, cúpulas empresariales, partidistas, religiosas y militares― ha optado por alinear su discurso y negar lo evidente, señalados como cínicos además de corruptos prefieren imponer su proyecto de país a costa de lo que sea. El relator especial de Naciones Unidas sobre la Tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes declaró, desde su sede en Ginebra a la agencia EFE que: “Mi afirmación de que la tortura es generalizada en México se basa en cientos de testimonios que yo mismo recogí en mis visitas a las cárceles y centros de detención en México, donde casi todos, incluidos niños y niñas, me dijeron que habían padecido actos de brutalidad durante su detención”, dice la nota: El relator denunció que existe un “patrón muy similar” de tortura que se filtra a todas las fuerzas de seguridad tanto federales, como estatales y locales, como en el Ejército. http://www.sinembargo.mx/11-03-2015/1277683 Todos lo vemos menos ellos, apenas pegan algún brinquito cuando la delincuencia se les descontrola y los ataca directamente, pero mientras sus ganancias sean mayores que sus pérdidas, y eso se mide en dólares no en afectos, y menos, mucho menos en principios éticos, religiosos o siquiera morales. Su preocupación es evidente, el “efecto Peña Nieto” (corrupción, inseguridad, impunidad, crisis económica, inequidad social) amenaza con restarles tantos votos que pueden no lograr el control del congreso ni con las tranzas del Partido Verde y las complicidades de un INE que nació envenenado. Pero… una oposición domesticada tampoco es garantía de nada. Por lo pronto no hay más poder que el de nuestras voces.