sábado, 27 de junio de 2015

MIRÁNDOSE AL ESPEJO

No nos confundamos, los profesores no estamos en contra de ser evaluados, de hecho lo somos a través de múltiples mecanismos y por una diversidad de actores, en educación media y superior hasta los estudiantes nos evalúan; el problema es que dichas evaluaciones no son tomadas en cuenta, pesan más otros criterios como los sistemas de estímulo que propician el individualismo, el obtener diplomas o posgrados hasta de instituciones patito, el servilismo a los jefes inmediatos, el sindicalismo corrupto. Pero la solución que se plantea tampoco es la adecuada, una evaluación estandarizada que sólo sirve para reforzar un sistema educativo deficiente, es como cambiar de amo y pensar que eso es ser libre. Pero la deficiencia de ese sistema educativo no está centrado en los contenidos de los programas de estudio, obsoletos, aburridos, saturados; tampoco en la grave carencia en el dominio de algún modelo pedagógico, aunque sea del memorista; estamos encubriendo lo que Erwin Fabián García López y Alejandra Jaramillo Morales del Instituto de Investigación en Educación IIEDU, de la Universidad Nacional de Colombia ponen de esta manera «Es evidente que todo proyecto político, autoritario o no, utilizará la escuela para transmitir e imponer (en algunos casos) su propia comprensión del mundo, su propia idea de la convivencia, su propia manera de entender el uso de los recursos y su forma de organizar la sociedad. El gran problema de esa “utilización” de la escuela radica en que se naturalizan esas comprensiones, al punto que se intenta constituirlas en un discurso oficial que no se pone en duda.» http://reevo.org/externo/siete-temas-imprescindibles-siguiendo-a-un-gran-maestro/ Y ese discurso trae detrás la forma neoliberal de entender el mundo, ese que justifica la inmensa concentración del poder económico y político en pocas manos, el que presenta como natural e inevitable el crecimiento de la pobreza de las mayorías como efecto de “la mano invisible del mercado”, y no de sus especulaciones financieras, de sus convenientes conflictos de intereses, de sus relaciones perversas con el poder público; ese discurso que justifica la explotación inmisericorde de la naturaleza y de los hombres, en lugar de la convivencia armoniosa y equitativa; ese que promueve el despojo del trabajo, de la salud, de la seguridad, de la vida plena de miles de millones de personas sin más pretexto que el consumo desenfrenado de unas élites insensibles y corruptas. Para eso está diseñada la evaluación que imponen, hasta constitucionalmente, la SEP y el INEE, que con la pretensión de la objetividad y la transparencia sólo están reforzando un sistema educativo excluyente, que refuerza las desigualdades sociales y las oculta detrás del derecho “de los niños” y jóvenes a ser educados, y de una calidad que sale del ámbito laboral para transitar por las aulas de las nuevas fábricas de empleados y obreros sin derechos laborales, a merced de lo que piensen y hagan los poderes fácticos organizados en cúpulas empresariales, en los monopólicos medios de comunicación, en Mexicanos Primero y sus tentáculos con diferentes denominaciones. Si alguien de otro planeta viniera y mirara nuestras escuelas, no distinguiría entre éstas y una prisión, pues el modelo arquitectónico es el mismo, advierte el arquitecto indio Prakash Nair. http://reevo.org/externo/la-escuela-no-debe-ser-una-prision/ “Hace 25 años el maestro era alguien que venía a la escuela para aprender de él, pero ahora ha cambiado con Internet, ahora pasó de ser alguien para dar información, a ser algo más: él tiene la sabiduría, él puede ayudarte de forma emocional y social; enfocar los esfuerzos del estudiante en las necesidades y no en lo meramente académico, ayudar al niño a encontrar algo por lo que se sienta motivado, si tiene un deseo estará feliz, pero a veces son muy aburridas las escuelas. No podemos forzar la atención en algo que de por sí es aburrido”. Tiene razón el arquitecto especialista en el diseño de espacios educativos, en escuelas pues, porque todo espacio educa, significa, provoca sensaciones y facilita ciertos aprendizajes, o impide otros: “Donde un adulto controla 50 pequeños en un salón… eso fue diseñado para las fábricas, donde querías que las personas trabajaran sin pensar por sí mismos, sin retar al jefe, pero ¿cómo puedes decir que te importa cada niño si lo pones en una prisión? Eso no tiene sentido, deben ser libres; no es un problema de dinero sino de decisiones, hay que tratar a los niños como queremos que nos traten a nosotros”. Hay otras formas de pensar el mundo y el universo, de vivirlo, de disfrutarlo, pero la visión oficialista quiere ignorarlas porque no sirve a los intereses de los grupos dominantes y entonces los sataniza, los presenta como indeseables, como subversivos —que sí lo son pero en buen sentido—. ¿Más claro? Va el fragmento del discurso del que trabaja como presidente de la república durante la instalación del Consejo Nacional de Transparencia apenas el pasado 23 de este mes y año: “lo que hemos o lo que estamos haciendo, y a lo mejor le voy a dar con ello material a más de un caricaturista, pero el Estado mexicano y su sociedad, lo que estamos haciendo es domar auténticamente la condición humana, llevarla por nuevos caminos, estableciendo parámetros, estableciendo límites, controles…”. Bueno, pues parte de esos límites y controles se llama “reforma educativa”, con “esa” evaluación docente incluida. Lastima que un presidente piense y crea que los mexicanos tenemos que ser “domados”, nos cree perversos, tramposos, deshonestos, desordenados nada más porque sí, quizás se está mirando al espejo y no alcanza a reconocerse.