sábado, 11 de julio de 2015

PERDIENDO TERRENO

Palmo a palmo se empieza a ceder terreno, que por beneficiar a los parientes, a los amigos, que por quedar bien con los otros, por pagar facturas políticas, por simple presunción y soberbia. Se les dan puestos de responsabilidad a quienes no saben, a los que no trabajan, a los que entran a abusar de los demás para hacerse la vida fácil. Se respetan indebidamente cotos de poder, que por no buscarse broncas, por controlar a los agremiados, por flojera. Un sábado reciente en un tianguis cualquiera, supongamos el de Hércules, un flamazo proveniente de un puesto de comida desata la alerta, sin víctimas afortunadamente. Para que eso suceda (el flamazo) tiene que existir una cadena de negligencias, primero de la encargada del puesto que no hace la instalación con el cuidado necesario o utiliza mangueras para gas inadecuadas. Segundo, del líder tianguista que no supervisa a sus agremiados pero que sí les cobra cuotas, 8 pesos diarios a los credencializados, 20 a los “libres”. Aclarando que el susodicho líder controla 5 tianguis en diferentes lugares de la ciudad, habría que sacar las cuentas de cuánto se embolsa por ejercer una supuesta autoridad en vía pública que no debería de tener, y sin asumir responsabilidad alguna. Tercero, de los integrantes de Protección Civil Municipal, mal capacitados, sin instrucción técnica y que no supervisan las instalaciones eléctricas, de gas y demás que se hacen en la vía pública, que actúan inoportunamente, ya que pasó algo que no debería de haber pasado, y reaccionando mal porque obstaculizan las actividades de quienes sí están en regla. RedQ y sus paros locos, porque ni la autoridad ni los concesionarios han tenido la delicadeza de informar y explicar adecuadamente a la ciudadanía de su situación y sus demandas. Una ciudad del tamaño de la capital queretana no es posible sin la existencia de un transporte público eficiente, digno y al alcance de cualquier usuario. No todo se resuelve con incrementos en las tarifas, no en un país con las desigualdades sociales que padecemos. Pero no les importa que los trabajadores lleguen tarde o no lleguen, que pierdan parte de su sueldo porque les descuenten el día o no alcancen los incentivos por puntualidad y asistencia; o que los estudiantes no lleguen a presentar un examen, que reprueben una materia que quizás si saben; o que un enfermo no llegue a su cita, que lo reprogramen hasta días o semanas después; que cientos o miles de obreros tengan que doblar turno porque sus reemplazos no llegaron incrementando las probabilidades de accidentes laborales por simple cansancio. Nada importa con tal de cobrar 8 pesos por persona y seguir explotando una concesión pública que perdió su razón de ser. Los maestros contra una reforma educativa hecha a la medida de lo que quieren los multimillonarios de este México en ruinas, sin considerar las necesidades vitales de los estudiantes, de sus familias. Un sistema educativo “diseñado” para perpetuar las desigualdades, para acotar e imposibilitar las posibilidades de una vida segura y disfrutable. Unos medios de comunicación parciales y abiertamente manipuladores que perdieron, hace mucho y salvo honrosas excepciones, su principal razón de ser, acercar las diferentes opiniones sobre cualquier tema, reflejar la pluralidad y diversidad de una sociedad viva y en ebullición, pero prefieren quedar como simples portavoces de sus anunciantes y dueños. Los múltiples territorios perdidos y donde impera la ley del más corrupto, del más sinvergüenza, del más influyente; con sus desapariciones no investigadas, con sus robos con o sin violencia, con las extorsiones permanentes, con sus chupaductos, con sus litros que no son litros, con los kilos que no son kilos, con la justicia que no es justicia, con los levantones, con sus ejecutados; con la pérdida de derechos laborales, a la salud, al trabajo estable, a una vivienda digna, a seguir estudiando. Pero no lo queremos ver hasta que nos convertimos en víctimas y entonces es demasiado tarde. Desde afuera las cosas se ven diferentes y las opiniones y juicios duelen, pero peor es no reaccionar, seguir como si lo que pasa fuera normal, como si no se pudiera caer más profundo en el abismo: “México tiene un déficit democrático mayor que el de Venezuela. Si en Venezuela hubieran sido secuestrados 43 estudiantes y estuvieran desaparecidos y hubiera evidencias de haber participado miembros del Ejército de Maduro, Alcaldes de Maduro, funcionarios de Maduro, la presión para Venezuela sería prácticamente inasumible. Habría gente que estaría considerando incluso una intervención militar externa en el país. Los problemas de México yo creo que son más graves y afectan a más millones de personas que los problemas de Venezuela. Esto no significa que no se asuman los errores que se están cometiendo en Venezuela, pero no tienen ni punto de comparación con los errores que al día de hoy siguen cometiendo países como México y Colombia, que son tratados con amabilidad por formar parte del engranaje del norte”. Cofundador del Partido Podemos, Juan Carlos Monedero en entrevista con Luis Mendez desde España, diario Reforma, 29 de junio 2015, página 11. Este país apenas sigue funcionando porque la mayoría es lo suficientemente racional, solidario y humano como para no caer en salvajismos, corrupciones y cinismos, aunque haya que padecer la estupidez y conveniencia de muchas autoridades, de las perversiones de los poderes fácticos, de los ataques de una delincuencia tolerada y cada vez más organizada. Pero la paciencia también tiene límites.

domingo, 5 de julio de 2015

PERDER EL MIEDO

Semana de movilizaciones magisteriales, por fin los maestros queretanos se sacudieron el miedo y salieron a las calles, denunciaron y dejaron en claro que la mal llamada “reforma educativa” se está haciendo sin su participación, que están hartos de las campañas de desprestigio intencionadamente dirigidas desde las poderosas organizaciones empresariales que sólo buscan su particular beneficio, que ese rollo de utilizar el derecho de los niños a una educación de calidad es eso, puro rollo, puesto que ni siquiera saben dar una definición de “calidad” en la educación. Hay que insistir, lo que nuestro país necesita es una “revolución educativa”, que destine recursos a donde más se necesita para empezar a ser equitativa, que no vea como gasto susceptible de recortes continuos el acercamiento de las escuelas a las comunidades, que permita la diversidad de enfoques atendiendo al contexto sociocultural de los estudiantes, que considere un proyecto de país que no legitime y perpetúe las desigualdades sociales, que trabaje para hacer realidad los 58 derechos humanos considerados por la ONU a través del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y los convenios internacionales firmados por la mayoría de los países que lo integran. ¿Por qué no se educa de esa manera? Quizás la razón se encuentre en que de esos 58 derechos humanos, en México no se respetan 44 de ellos, y esa omisión está trabajando a favor de la desigualdad, de un sistema político y económico que concentra la riqueza despojando a millones del producto de su trabajo. Una educación que haga evidente lo anterior no conviene a nuestros políticos y empresarios. No es un invento, los datos de la desigualdad se encuentran en nuestras calles, en nuestras familias, en nuestras escuelas: “Nuestro país está inmerso en un ciclo vicioso de desigualdad, falta de crecimiento económico y pobreza. Siendo la decimocuarta economía del mundo, hay 53.3 millones de personas viviendo la pobreza. La desigualdad ha frenado el potencial del capital físico, social y humano de México; haciendo que en un país rico sigan persistiendo millones de pobres. ¿En dónde está esa riqueza mexicana? En términos de renta y capital, se encuentra concentrada en un grupo selecto de personas que se han beneficiado del poco crecimiento económico del que ha gozado México en las últimas dos décadas. Así, mientras el PIB per cápita crece a menos del 1% anual, la fortuna de los 16 mexicanos más ricos se multiplica por cinco.” Desigualdad Extrema en México. Concentración de poder económico y político, en www.oxfammexico.org La reforma educativa tan defendida por Mexicanos Primero oculta esa realidad. ¿Cómo tener una educación estandarizada y esperar los mismos resultados en el aprendizaje de nuestros niños y jóvenes en esas condiciones extremas? Lo primero es desviar la atención, denigrar a los maestros, decir que son flojos, no idóneos, faltistas, revoltosos, vándalos; en la misma línea hacer que los profesores se desquiten con sus alumnos, tacharlos de desinteresados, desmotivados, flojos, tramposos; seguir con los padres de familia y responsabilizarlos de no atender a sus hijos por preferir salir a trabajar que cuidarlos, atender que hagan tareas, que no salgan a las calles a adquirir vicios. Todos tenemos la culpa menos los gobernantes y legisladores que propician ese brutal desequilibrio en el reparto de la riqueza que producimos todos, como país. ¿De qué tamaño es el desastre provocado por la política económica que defiende nuestro gobierno, con el Pacto por México como mecanismo principal, con las cúpulas de los partidos políticos y los legisladores de por medio? Difícil calcularlo, la opacidad es una regla que siguen escrupulosamente, pero algo de lo mucho que tienen se alcanza a ver: “La obtención de datos oficiales de lo que ocurre en las clases más altas es cuasi imposible, de ahí que se recurra, por ejemplo, a las declaraciones fiscales. Así, de manera indirecta y por medio de métodos estadísticos, autores como Campos, Esquivel y Chávez (2014, 2015) han obtenido estimaciones de lo que sucede en ese México, podríamos decir, desconocido: al 1% más rico le corresponde un 21% de los ingresos totales de la nación. El Global Wealth Report 2014 señala, por su parte, que el 10% más rico de México concentra el 64.4% de toda la riqueza del país. Otro reporte de Wealth Insight afirma que la riqueza de los millonarios mexicanos excede y por mucho a las fortunas de otros en el resto del mundo. La cantidad de millonarios en México creció en 32% entre 2007 y 2012. En el resto del mundo y en ese mismo periodo, disminuyó un 0.3%.” El informe de Oxfam es abundante en datos, en cifras, en investigaciones; los resultados son atroces e indignantes: “El número de multimillonarios en México, no ha crecido mucho en los últimos años. Al día de hoy son sólo 16. Lo que sí ha aumentado y de qué forma es la importancia y la magnitud de sus riquezas. En 1996 equivalían a $25,600 millones de dólares; hoy esa cifra es de $142, 900 millones de dólares [...] Ésta es una realidad: en 2002, la riqueza de 4 mexicanos representaba el 2% del PIB; entre 2003 y 2014 ese porcentaje subió al 9%. Se trata de un tercio del ingreso acumulado por casi 20 millones de mexicanos [...] Para darnos una idea de la magnitud de la brecha en México veamos este ejemplo: para el año 2014, los cuatro principales multimillonarios mexicanos podrían haber contratado hasta 3 millones de trabajadores mexicanos pagándoles el equivalente a un salario mínimo, sin perder un solo peso de su riqueza [...] Las implicaciones de lo anterior no son sólo de índole social. Carlos Slim en la telefonía, Germán Larrea y Alberto Bailleres en la industria minera y Ricardo Salinas Pliego en TV Azteca, Iusacell y Banco Azteca. Los cuatro han hecho sus fortunas a partir de sectores privados, concesionados y/o regulados por el sector público. Estas élites han capturado al Estado mexicano, sea por falta de regulación o por un exceso de privilegios fiscales.” Ese es el retrato, incompleto, de un país que presume un conjunto de reformas que buscan apuntalar los privilegios de unos poquitos a costa de todos los demás. No buscan el desarrollo de todo el país, de todos los mexicanos, están detrás de lo que les falta por explotar, por despojar, por concentrar para seguir teniendo fortunas que no se pueden gastar en toda su vida ni en varias generaciones. Aquí es donde se desarrolla la batalla por una reforma educativa que oculte los efectos perversos de las desigualdades o que las denuncie y cierre la brecha entre los superricos y los mexicanos en pobreza extrema. Aquí está la pugna por una evaluación que haga que el estado se deshaga de sus responsabilidades con cientos de miles de trabajadores de la educación, que tenga pretextos para despedir sin respetar antigüedad, experiencia, jubilaciones y pensiones; o una evaluación de veras formativa que, sin temer a la diversidad de enfoques, priorice esos 58 derechos humanos que no pueden ser respetados con las desigualdades señaladas. Habría que aprovechar los datos disponibles para remediar lo retorcido. Como dice el prólogo del informe mencionado: “Es hora de cambiar las reglas del juego, tanto económicas como políticas, que benefician a unos cuantos. La desigualdad se puede revertir a partir de la colaboración entre actores políticos, sociedad civil y sector privado. México necesita un gran pacto nacional por la IGUALDAD en donde la acción de la ciudadanía es clave para la construcción de un Estado más eficaz. México necesita un Estado que trabaje para los muchos y no para los pocos, en donde se gaste con sentido en educación, salud y servicios básicos. Que impulse políticas para que las personas no trabajen para seguir siendo pobres, para que paguen más los que más tienen y para hacer un Estado más transparente […] Reducir la desigualdad en México tiene sentido para garantizar el futuro de todos.” Por eso los maestros, los médicos, los trabajadores siderúrgicos, los padres y familiares de los desaparecidos, los ciudadanos interesados están saliendo a las calles. Hay que perder el miedo.