viernes, 16 de octubre de 2015

SABIDURÍA ORIGINARIA

“En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y el vestido y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja”. Eduardo Galeano. Los hijos de los días. Edit. S.XXI El 12 de octubre muere como fecha simbólica en medio de la polémica. La llegada de Cristóbal Colón, en 1492, a lo que él creía eran las Indias, marca el inicio de un proceso colonizador y colonializador que se corresponde con dos procesos complementarios: el genocidio y el epistemicidio indígenas. Porque primero acabaron con la mayoría de la población nativa, trajeron enfermedades aquí no conocidas y para las que no existía defensa ni inmunidad, y además, destruyeron todo lo que pudieron de la cultura y sabiduría de los ahora llamados pueblos originarios. La explotación en nombre de los reyes y del dios europeo fue y sigue siendo catastrófica: “tenemos también territorios que dentro del propio país reproducen relaciones coloniales, que es un concepto que viene de los años 60, de la América Latina, de un gran sociólogo llamado Pablo González Casanova que habrá sido probablemente uno de los primeros en escribir sobre el colonialismo interno. Cuando los países latinoamericanos se independizaron, el colonialismo no terminó porque la independencia no fue conquistada o entregada a las poblaciones originarias, pero si a los descendientes de los colonos que habían ido para allí. Y estos fueron en ocasiones más racistas que los propios colonos. En algunos países el genocidio de indígenas fue superior después de la independencia dando lugar a la creación de relaciones internas de colonialismo.” Entrevista a Boaventura Dos Santos por Susana Caló: http://contested-cities.net/ En un pasado no muy remoto, el 12 de octubre se hacían actos de conmemoración a los pies de los innumerables monumentos al navegante genovés —aunque ahora estén a debate su lugar de nacimiento y profesión real—, se le reconocía su “descubrimiento” como el inicio de un gran proceso civilizador, obviando que la explotación de ese “nuevo mundo”, hizo posible la permanencia de monarquías y sus aventuras guerreras con las que dilapidaron las enormes riquezas arrancadas de estos territorios. Pero esa explotación de los recursos naturales sólo era posible destruyendo o haciendo invisibles las cosmogonías indígenas: “Porque el problema es que para la lógica capitalista, ahora neo-liberal, pero capitalista desde siempre, el territorio sólo es válido en la medida en que es explotado. Un territorio dejado a su suerte, es decir, que no es explotado, no tiene valor comercial y el capitalismo no entiende la lógica de los campesinos. Para la lógica de campesina está muy claro: la tierra se cansa, por este motivo, la gente tiene varias parcelas de tierra y en un año se planta en una y en el otro en otra, para que la tierra descanse. Lo que el capitalismo no acepta es que la tierra descanse, como tampoco acepta que descanse el trabajador. ¿Cuál fue la innovación? Obviamente los fertilizantes, los insecticidas y los pesticidas que han conseguido que la tierra está siempre en constante producción. Esta es una gran alteración que se da a principios del siglo XX en la concepción que nosotros tenemos de la tierra, porque anteriormente había una concepción, si se quiere, más humana del territorio y de la tierra […] La diferencia entre la lucha por la tierra y la lucha por el territorio, es que para los pueblos indígenas el territorio no es simplemente la tierra agrícola, sino la raíz misma de su identidad cultural. Son sus antepasados, su cultura, sus árboles sagrados, sus ríos sagrados, es, por lo tanto, toda una memoria histórica que fue destruida o casi destruida por el colonialismo y el capitalismo, y que ellos quieren recuperar. Y recuperaron al punto de que en la Constitución de Bolivia de 2009 y en la de Ecuador de 2008 se asumió la idea de que los pueblos son plurinacionales, es decir, que los pueblos indígenas tienen derecho a una autonomía territorial, también en términos geopolíticos.” Ese descubrimiento, que no fue tal, que no pudo acabar definitivamente con esas raíces indígenas, que no puede ocultar más la sabiduría de esos pueblos continuamente golpeados, menospreciados, arrinconados, empobrecidos, puede terminar en el florecimiento de una propuesta que resuelva el salvaje determinismo neoliberal. Esas raíces han sido lo suficientemente profundas como para provocar otra esperanza de un mundo más equitativo y humano en el sentido planetario: “Pero esto va a depender de la capacidad que tenga la democracia de dar respuesta. El pueblo fue expulsado de las instituciones, por eso se manifiesta en las calles. No se trata de no querer las instituciones, no hay que olvidar que la lucha de los indignados es una lucha por una democracia real. Por lo tanto, no se trata de alguien que recusa la democracia, sino que es alguien que se siente expulsado de una democracia, que ya no sirve a sus intereses. Lo que se reivindica es una entrada, sólo que esa entrada implica una reforma fundamental de las instituciones. Y esa es la transición en la que nos encontramos en este momento y que torna toda la lucha histórica muy incierta […] Hay que democratizar el espacio, porque éste ha sido privatizado de varias formas, no apenas por los proyectos inmobiliarios, sino también a través de una respuesta meramente represiva a la criminalidad. El espacio público tiene que ser reconstruido con un sentido de colectividad. Es el espacio de la convivencia, el espacio de la emoción, de la confianza, es el espacio del mirar, y es el espacio del abrazar. Son todos espacios que deben ser construidos y, por lo tanto, ese espacio es una gran conquista en este momento. Porque lo que hicimos con el modelo neo-liberal fue ir para el espacio privado y salir del espacio público, y hoy vemos que cuando abandonamos el espacio público las crisis financieras y las crisis ecológicas nos entran dentro de casa. Es decir, no ganamos mucho refugiándonos en el espacio privado, porque ahora estamos sin empleo, o entonces estamos comiendo productos envenenados. Y, por eso, tenemos que volver al espacio público. Pero es necesario reconquistarlo.”