domingo, 13 de diciembre de 2015

APRENDEMOS Y ENSEÑAMOS

El modelo es muy viejo y no funciona, el aprendizaje no conoce el lenguaje de la imposición. Podremos memorizar miles de datos inútiles, nos podrán amaestrar a través de diferentes medios para traicionarnos, para hacernos creer que los intereses de unos poquitos son los de la mayoría, pero la pasión por aprender lo que nos gusta, lo que nos identifica como seres humanos plenos, lo que satisface nuestra curiosidad y tal vez hasta nos haga felices, sólo conoce el lenguaje de la seducción. Se nos olvida que aprender es un proceso de doble sentido, que datos, emociones y sentimientos fluyen de aquí para allá y de allá para acá. Quizás lo exprese mejor Alex Roselló: “En el mundo de hoy los papeles de maestro y alumno a menudo están confundidos. En la educación sistemática tradicional parece como si el maestro y el alumno estuviesen separados, a veces incluso enfrentados, y como si aquél le diese algo a éste, en vez de a sí mismo… A menudo aquí se olvida que los intereses de ambos no son distintos, se olvida que enseñar es un proceso continuo y que ocurre en todo momento del día, con cada acción, con cada gesto… en casa y en la calle, en clase, en el patio y en los pasillos… la educación está siempre y en todas partes. Pero a menudo en el aula se olvida que el alumno no es un vaso que llenar sino más bien una lámpara que encender, y que enseñar es también aprender, y no tanto al revés, pues todos somos maestros y alumnos a la vez […] Ahora bien, ¿cómo puedes darle algo a otro si antes no te lo has dado tú a ti mismo? Enseñar es como convocar testigos para que den fe de lo que tú crees saber pero, a la vez, lo que enseñas y cómo lo enseñas muestra también lo que eres y cómo eres.” Mientras en nuestro país no podemos hacer entender a nuestros gobernantes que cualquier reforma educativa tiene que considerar primero a los docentes y a los estudiantes como sujetos activos, y no como simples objetos dentro de una estrategia administrativa, en otras latitudes, donde también son víctimas de la cerrazón y represión de este capitalismo llamado neoliberal, están discutiendo y proponiendo formas diversas de pensar la enseñanza y el aprendizaje que pueden ser más adecuadas a sus propios contextos sociales. Porque no se trata simplemente de echarse un clavado de alto grado de dificultad en las teorías psicopedagógicas que, a veces, monopolizan las discusiones y propuestas, también hay que dar dos pasitos para atrás y dialogar sobre el ideal de ser humano que queremos alcanzar. No puede existir una práctica educadora, en ambos sentidos, sin considerar un anclaje filosófico y ético. A eso se refieren Roselló y otros pensadores del proceso educativo, porque a final de cuentas en un aula, frente a un grupo de estudiantes de cualquier edad, estamos proyectando lo que somos. Y si lo que vemos no nos asusta y nos lleva a cambiar nuestras creencias, dogmas y prácticas, entonces es tiempo perdido, para nosotros y los otros que se ven impulsados a seguirnos. “Si los que forman están a menudo malformados, ¿cómo no va a ser hoy en día la educación reflejo y espejo de una sociedad grotesca y deforme? La forma de educar está más que vieja, está caducada, podrida, huele mal y, ya por momentos, apesta: se basa en memorizar cosas que en su mayoría no sirven para nada. Lo sabemos todos: padres, alumnos y maestros. Pero seguimos repitiendo el modelo como borregos. La comodidad en la que estamos ya instalados es una jaula de oro que esconde la grandeza de las nuevas generaciones… El actual modelo educativo surge en el s. XIX para producir obreros cualificados y ciudadanos domésticos. Pero este modelo ya no sirve para el s. XXI y hoy en día este tipo de educación mata la creatividad, hace de la escuela una especie de cárcel y del estudiante un prisionero a tiempo parcial. ¿Para educar es preciso encerrar y castigar? ¿Dónde queda el talento, la vocación, el genio creativo de los jóvenes? Bueno, ¿dónde está el talento, la vocación, el genio creativo de los adultos de los que toman ejemplo? Es fácil decir al otro lo que tiene que hacer, pero qué hipócrita es el decirlo y no hacerlo”. Duele, pero hay que decirlo, a muchos profesores les “nació” la conciencia cuando se tocaron sus derechos laborales, pero antes, cuando eran simples correas de transmisión de un autoritarismo que aparentemente los consentía, no dudaban en emplear las mismas tácticas represivas contra sus alumnos. Y cuidado con que se cuestionara su podercito. Ahora padecen la falta de sincronía entre lo que piensan y lo que hacen, hasta parece que en lugar de dar ese necesario salto en el vacío, ese despegarse de sus viejas creencias y prácticas, sólo buscan regresar a un estado anterior, donde parecía que nadie los molestaba cuando, ciegamente, seguían lo que los aparentemente anónimos reglamentos les exigían. Parece repetitivo pero es necesario preguntar ¿cómo confiar en una evaluación cuya aplicación depende de la fuerza bruta? ¿cómo confiar en un procedimiento más administrativo que académico completamente opaco? ¿cómo confiar en autoridades que se solazan en la corrupción y la impunidad, ellos son los ejemplos que hay que seguir y la excelencia que hay que alcanzar? “Cada vez más este tipo de educación caduca sirve para una cosa: adoctrinar a unos pocos y domesticar a la mayoría. Pero no es doma ni instrucción, sino inspiración y provocación, lo que un alma puede recibir de otra… ¿Así que tú qué quieres hacer? ¿Inspirar, provocar, domesticar o domar? Estas palabras, ¿te motivan o te ofenden? ¿Y por qué?” Las citas textuales corresponden a: Extracto del discurso final de curso 2014-2015 a los alumnos del IES Cotes Baixes, por Alex Roselló, que se puede encontrar en http://trasteandoenlaescuela.com/aprendemos-lo-que-ensenamos/