sábado, 20 de febrero de 2016

HACEN FALTA LOS MILAGROS COLECTIVOS

Lo que se hizo y dijo sigue siendo importante, hay que darse tiempo para reflexionarlo, asimilarlo, para convertirlo en acción. El sumo pontífice católico representa a millones de ciudadanos globales porque se asumen como parte de algo mayor a un país, trasciende sus fronteras y busca integrarse en algo más grande, por lo menos planetario, pretendidamente universal. Aunque hay que recordar que en México conviven otras creencias y descreencias, por ello la insistencia por lograr un laicismo que las respete y reconozca. Esa creciente diversidad estuvo ausente en los medios de comunicación, con un enfoque más de corte comercial que informativo. No se podía dar gusto a todos. Las estructuras políticas y religiosas locales pesan, tienen sus propias inercias, sus costumbres y tradiciones que no siempre miran a las mayorías y cuidan celosamente sus privilegios. No se trataba de hacer milagros instantáneos, si a la larga logra remover conciencias ese será un espectacular proceso. Falta que los destinatarios de los mansajes se den por aludidos, hasta ahora parece que reina el cinismo y la sordera convenenciera, ya mero van a renunciar a los privilegios indebidos, aunque los encubra una legalidad tramposa. Algo de lo que se dijo, todas las citas son de la oficina de prensa de la santa sede: “La experiencia nos demuestra que cada vez que buscamos el camino del privilegio o beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano, la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de las culturas diferentes, la violencia e incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando sufrimiento y frenando el desarrollo.” Ciudad de México - 13.02.2016 Todo el discurso parece una crítica aguda y necesaria a este capitalismo neoliberal, pero no se le llama con su nombre y ese es su límite: “No se puede vivir la esperanza, sentir el mañana, si primero uno no logra valorarse, si no logra sentir que su vida, sus manos, su historia vale la pena. La esperanza nace cuando se puede experimentar que no todo está perdido, y para eso es necesario el ejercicio de empezar «por casa», empezar por sí mismo. No todo está perdido. No estoy perdido, valgo, y valgo mucho. La principal amenaza a la esperanza son los discursos que te desvalorizan, que te hacen sentir de segunda. La principal amenaza a la esperanza es cuando sentís que no le importas a nadie o que estás dejado de lado. La principal amenaza a la esperanza es cuando sentís que da lo mismo que estés o que no estés. Eso mata, eso nos aniquila y es puerta de ingreso a tanto dolor. La principal amenaza a la esperanza es hacerte creer que empiezas a ser valioso cuando te disfrazas de ropas, marcas, del último grito de la moda, o cuando te volves prestigio, importante por tener dinero pero, en el fondo, tu corazón no cree que seas digno de cariño, digno de amor. La principal amenaza es cuando uno siente que tiene que tener plata para comprar todo, incluso el cariño de los demás. La principal amenaza es creer que por tener un gran «carro» sos feliz […] Y entiendo que muchas veces se vuelve difícil sentirse la riqueza cuando nos vemos expuestos continuamente a la pérdida de amigos o de familiares en manos del narcotráfico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es difícil sentirse la riqueza de una nación cuando no se tienen oportunidades de trabajo digno, posibilidades de estudio y capacitación, cuando no se sienten reconocidos los derechos que terminan impulsándolos a situaciones límites. Es difícil sentirse la riqueza de un lugar cuando, por ser jóvenes, se los utiliza para fines mezquinos seduciéndolos con promesas que al final no son tales.” Morelia - 16.02.2016 Para los que esperaban condenas explícitas o una actitud más confrontadora, quizás justificable, desde el principio advirtió: “Porque sé que aquí se halla el corazón secreto de cada mexicano, entro con pasos suaves como corresponde entrar en la casa y en el alma de este pueblo y estoy profundamente agradecido por abrirme la puerta”. Pero no por ello evitó algunos temas espinosos, y para abordarlos utilizó citas bíblicas, marcando también el tono pastoral que quiso darle a su visita, exigiendo a quienes corresponde, hacer las condenas más explícitas: “Sean por lo tanto Obispos de mirada limpia, de alma trasparente, de rostro luminoso. No tengan miedo a la transparencia. La Iglesia no necesita de la oscuridad para trabajar. Vigilen para que sus miradas no se cubran de las penumbras de la niebla de la mundanidad; no se dejen corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los «carros y caballos» de los faraones actuales, porque nuestra fuerza es la «columna de fuego» que rompe dividiendo en dos las marejadas del mar, sin hacer grande rumor (cf. Ex 14,24-25) […] La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión, como metástasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas, sino que exigen un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza”. Curioso, hubo hasta exhortaciones que parecen ir en la dirección de teorías sociales contemporáneas, como un intento de refrescar a un catolicismo que le sigue debiendo mucho a la edad media: “Una mirada de singular delicadeza les pido para los pueblos indígenas y sus fascinantes, y no pocas veces masacradas culturas. México tiene necesidad de sus raíces amerindias para no quedarse en un enigma irresuelto.” Catedral 13.02.2016 El simbolismo refuerza la denuncia, parece que la suaviza, pero esa ternura la vuelve accesible y la potencializa: “En aquel amanecer de diciembre de 1531 se producía el primer milagro que luego será la memoria viva de todo lo que este Santuario custodia. En ese amanecer, en ese encuentro, Dios despertó la esperanza de su hijo Juan, la esperanza de su Pueblo. En ese amanecer Dios despertó y despierta la esperanza de los pequeños, de los sufrientes, de los desplazados y descartados, de todos aquellos que sienten que no tienen un lugar digno en estas tierras. En ese amanecer, Dios se acercó y se acerca al corazón sufriente pero resistente de tantas madres, padres, abuelos que han visto partir, perder o incluso arrebatarles criminalmente a sus hijos”. Basílica de Guadalupe 13.02.2016 Nuestro sistema político y económico se alimenta de la corrupción, de la desigualdad, de la discriminación y exclusión, pero se sigue intentando darle un “rostro humano”, quizás sea un intento tardío e insuficiente, sin un cambio radical seguirán vigentes estas: “Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos. 1. La riqueza, adueñándonos de bienes que han sido dados para todos y utilizándolos tan sólo para mí o «para los míos». Es tener el «pan» a base del sudor del otro, o hasta de su propia vida. Esa riqueza que es el pan con sabor a dolor, amargura, a sufrimiento. En una familia o en una sociedad corrupta es el pan que se le da de comer a los propios hijos. 2. La vanidad, esa búsqueda de prestigio en base a la descalificación continua y constante de los que «no son como uno». La búsqueda exacerbada de esos cinco minutos de fama que no perdona la «fama» de los demás, «haciendo leña del árbol caído», deja paso a la tercera tentación. 3. El orgullo, o sea, ponerse en un plano de superioridad del tipo que fuese, sintiendo que no se comparte la «común vida de los mortales», y que reza todos los días: «Gracias Señor porque no me has hecho como ellos».” Ecatepec 14.02.2016 Hay mucha sustancia, los discursos están bien armados, dicen más de lo que parece a simple vista, imposible abarcarlo todo, hace falta tiempo para releerlos, esa es la ventaja de tenerlos por escrito. Una última cita por el momento, para desear y lograr un país y un mundo: “Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos. Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte.” Ecatepec. Ángelus. Ojalá que la representatividad papal trascienda el discurso, que se convierta en acción de los católicos o no, que sean receptivos a los símbolos y mensajes. Convertir las palabras en milagros colectivos.

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