lunes, 6 de febrero de 2017

HAGAN SU JUEGO

HAGAN SU JUEGO Joaquín Córdova Rivas
La neta sí dan miedo. Encargar las negociaciones comerciales, o las que sean, de este gobierno —a nombre de todos— con el señor Trump, a los neoliberales que han devastado al país en los últimos 40 años, y que han sido y son completamente dóciles a los designios, deseos y ambiciones de nuestros vecinos del norte, es de antemano una derrota completa. No se trata de conocimientos técnicos, que presumen tenerlos aunque no se les noten; se trata de tener dignidad, ética, conducta intachable y un mínimo de afán nacionalista. Ningunas de tales características poseen. Son parte importante de esa generación de norteamericanos nacidos en México a la que se refería en sus escritos Heberto Castillo, cuando daba cuenta de la tendencia de nuestra élite gobernante por mandar a sus juniors a educarse en universidades gringas, con desprecio a las públicas nuestras, inmersas en un contexto histórico propio y congruentes históricamente con el mismo. ¿Qué sabe de patriotismo o nacionalismo aquél que conoce mejor la historia ajena que la propia? ¿Qué intereses puede defender si no los que conoce y cree que lo identifican? Por eso se portan como virreyes, no como producto de un proceso electoral democrático por muy amañado que esté. Volvamos sobre la dignidad, la responsabilidad y la ética. Imaginemos que los negociadores del señor Videgaray se visten de niños héroes y hacen como que defienden intereses nacionales, y del otro lado les salen con los expedientes de sus numerosas rendiciones anteriores, de sus traiciones, de una que otra corruptela o conflicto de intereses. Ni modo que nuestros vecinos no aprovechen la información sacada a los extraditados que les hemos mandado a lo largo de la historia reciente. Que los amenacen con dar a conocer los fraudes electorales, los financiamientos indebidos, las fortunas mal habidas, las complicidades propias y ajenas con el crimen organizado, la ubicación de fosas “clandestinas”, el destino de muchos “desaparecidos”, alguna nómina vergonzante, las cuentas en bancos extranjeros y paraísos fiscales. Ni modo que no firmen lo que sea, primero yo y los demás a joder a México. El señor Trump y su gabinete de multimillonarios hará uso de todo lo que saben de sus corruptos socios del sur, y en ese lodazal ganará el que esté menos embarrado. El problema es que con esas debilidades se someterán y firmarán a nombre de todos, nos harán responsables de desigualdades perpetuas en aras de sus valores “nacionales”: el libre comercio, la globalización, el fin de la historia. Hasta puede que nos encarguen la construcción, mantenimiento y vigilancia de otro muro en nuestra frontera sur, para que la hagamos de sus policías, de su aborrecible migra contra nuestros semejantes centro y sudamericanos. Para descuadrar más las cosas, no se puede esperar ninguna ayuda de los canadienses, ya dijeron que prefieren un acuerdo bilateral con los gringos a cargar el fardo de un tercer socio que no tiene como defenderse, porque malbarató lo que le daba algo de ventaja: mano de obra barata y reprimida, cuantiosos recursos naturales y energéticos, un proyecto de nación con importantes derechos sociales —nuestra maltrecha Constitución—, una historia rica en culturas originarias. Todo a cambio de empleos mal pagados, derechos laborales disminuidos, subordinación científica y tecnológica, inseguridad, corrupción, impunidad. Mientras, nos desgastamos en procesos electorales trucados. Ojalá sirvan para derribar muros mentales. Ya hemos vivido las pésimas experiencias de las coaliciones electorales pragmáticas, el simple quítate tú para ponerme yo, que al fin somos iguales. De nada sirven al ciudadano común y corriente, de todas formas nos va mal. Por eso no hay que padecer que el PAN y el PRD no presenten un solo candidato para evitar que el PRI y sus satélites ganen una elección, a final de cuentas se instalan los mismos intereses amafiados, allí están los penosos sexenios locales de Guerrero, Chiapas y demás. Nada se ganó y sí se perdió tiempo para provocar un cambio significativo en el fondo y forma de gobernar. Eso de que “las izquierdas” solo ganan si se unen también es una mentira, porque lo que se nos ha presentado como “izquierda moderna o moderada” nada tiene que ver con ese concepto político de contenido vaporoso, para algunos. Por lo pronto podríamos coincidir con que: «Hoy, las formas de igualdad se expresan como igualdad de oportunidades, distribución de la riqueza para reducir las escandalosas brechas entre ricos y pobres, eliminación de los privilegios de nacimiento y preparación para estar en la sociedad competitiva. De otra parte, está el tema de la igualdad ante la ley y del propio sufragio universal, que seguramente representan la mayor extensión de igualdad entre los hombres que ha creado la civilización. Es cierto que la izquierda ha privilegiado históricamente un tipo de igualdad que está orientado a la distribución de los recursos económicos y los servicios esenciales y, por tanto, ha privilegiado el contenido material de la igualdad antes que su legalidad formal. Hoy la izquierda interpreta plenamente la legalidad para asegurar los derechos de las personas. La izquierda trabaja con los conceptos de universalidad y una propuesta suya no puede tener sólo en cuenta los intereses de los grupos que históricamente representaba.» Antonio Leal. Norberto Bobbio: Izquierda y Derecha a partir de la democracia. http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2014/03/21/norberto-bobbio-izquierda-y-derecha-a-partir-de-la-democracia/ El espacio se acaba, ya habrá más para reincidir en el tema.

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