sábado, 20 de mayo de 2017

YA BASTA

Joaquín Córdova Rivas “Si el narco tiene este poderío, es porque el Gobierno lo ha permitido, o porque está sometido, porque no está o porque es cómplice". Javier Valdez. Periodista asesinado el 15 de mayo en Culiacán, Sinaloa. Con el ejército en las calles, en las avenidas, en las carreteras, acudiendo a lugares públicos donde las autoridades civiles terminan por dejar hacer porque no les interesa la seguridad, ni la legalidad, ni resolver problema alguno, solo clavados en saber quién puede ser el más corrupto, quién compra lealtades perversas mientras dura la conveniencia, quiénes se tapan unos con otros para protegerse entre todos. Quien denuncie o intente informar o hacer algo, queda en el blanco de los grupos criminales que no dudan en deshacerse de ellos, lo mismo si es el crimen organizado o los funcionarios corruptos que les dan información, protección, complicidad y tolerancia. Caen periodistas y activistas de todo tipo, todos les estorban, a todos los quisieran eliminar. Acudiendo a la memoria, conviene traer a cuento las advertencias que los demócratas norteamericanos enviaron, con creciente frecuencia, a la casta política mexicana antes de las elecciones internas presidenciales de ese país. Tanto Hillary Clinton como la actual embajadora Roberta Jacobs, aprovechaban conferencias de prensa o clases magistrales en diversas universidades para manifestar su alarma ante la creciente y descarada corrupción de nuestros políticos. Si bien el capitalismo neoliberal es tolerante ante la corrupción que le conviene, en exceso deslegitima esa concentración de la riqueza producto del mal llamado libre mercado. El capitalismo de compinches —donde unos cuantos allegados al centro de poder político son los beneficiarios exclusivos de privatizaciones, de concesiones amañadas, de privilegios fiscales, de una legalidad tramposa y hecha a la medida—, choca de frente, pero no lo hace mejor, al capitalismo donde los más grandes simplemente se tragan a los más chicos. Vamos, para estos últimos, la corrupción excesiva cambia las reglas del juego a un grado que ya no pueden tolerar, porque son desplazados por unos cuantos sinvergüenzas que no pertenecen, ni serán aceptados nunca, en su élite. Por eso el círculo peñista se apresuró a intervenir descaradamente —no lo saben hacer de otra manera—, en las elecciones del vecino del norte tratando a su candidato preferido, el señor Trump, como presidenciable, esperando que la persecución en su contra se detuviera tantito, pero la maquinaria ya estaba echada a andar, y aprovechando que desde sus bancos los egresados del nuevo PRI mueven sus cuentas a otras partes del mundo —Mónaco, Islas Cayman, España, Suiza y demás—, les están cayendo dejándolos a la vista de todos. No están, los norteamericanos, haciendo justicia, ni les interesa la ética o la honestidad, simplemente se están vengando de las “bad hombres” que les hacen trampa. Dicen que las elecciones del Estado de México serán la antesala de las presidenciales del 2018, que los partidos, candidatos, medios de comunicación y grupos de interés están probando límites y su capacidad de movilización y/o compra de votos, pero se les olvida el verdadero protagonista de la historia que también los está observando y probando: la ciudadanía desesperada por un cambio. Si las elecciones locales de este 2017 muestran que la vía electoral no es transitable para arreglar lo descompuesto, esperar que haya alguna esperanza para el 2018 no será creíble, y habrá que explorar otras formas. Por eso la urgencia de algunos para legitimar el estado de excepción que ya vivimos cotidianamente y que no quieren invocar abiertamente. Legalizar el actuar de las fuerzas armadas —ejército y armada—, en las calles, sería su única posibilidad de frenar violentamente cualquier intento de salirse de esa legalidad electoral tramposa. Sería su última carta y están dispuestos a jugársela el todo por el todo. Otra de maestros, pero de Media Superior —prepas y bachilleratos—, porque siempre se habla de educación básica. No se trataba de oponerse nada más por llevar la contraria, con todo y las evaluaciones de la pareja SEP-INEE los profes queretanos están en el sexto lugar de los estados con menos porcentaje de los calificados como “insuficientes” con un 11.6 por ciento, mientras la media nacional es de 17.7. Apenas nos superan con menos “insuficientes” —en porcentaje—, los estados de Quintana Roo, Hidalgo, México, Chihuahua y Campeche. Habría que considerar que los datos publicados por el Servicio Profesional Docente son confusos ya que varían de una tabla a otra y entre gráficas que supuestamente establecen las mismas comparaciones, pero según las cifras disponibles los maestros queretanos de Media Superior lograron en un 19.83 por ciento ser evaluados con los conocimientos y habilidades “suficientes” para tener su materia frente a grupo. El 41.74 se ubica como “bueno”, el 5.79 como “destacado” y el 7.85 como excelente. Los que de plano no se presentaron a ser evaluados por diversas causas, principalmente por no estar de acuerdo con el proceso y la reforma educativa, aunque muchos de los que sí se presentaron tampoco estaban conformes con ello, fue el 13.22, de los más altos después de Michoacán, Chiapas y Guerrero. Así están las cosas.

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