lunes, 6 de febrero de 2017

LA POSVERDAD Y LA MENTIRA

LA POSVERDAD Y LA MENTIRA Joaquín Córdova Rivas «Las redes sociales le dan el derecho de hablar a legiones de idiotas que primero hablaban solo en el bar después de un vaso de vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los idiotas.» Umberto Eco. La anterior cita, marcada como textual ¿es cierta o es un invento mío para convencer al lector del resto de mis argumentos? Si la dejo como está cualquiera puede dudar y tomarse el tiempo de investigar, si le agrego la fuente de donde salió y resulta verificable entonces la podemos tomar como verdadera. Para salir de dudas puedo dirigir al lector al discurso dado por el genial semiólogo italiano al recibir un reconocimiento académico en “Comunicazione e Cultura dei media” en la “Aula Magna della Cavallerizza Reale a Torino” reseñado en el diario La Stampa el 10 de junio del 2015. ¿Más fácil? Use el navegador de internet de su preferencia y teclee: http://www.lastampa.it/2015/06/10/cultura/eco-con-i-parola-a-legioni-di-imbecilli-XJrvezBN4XOoyo0h98EfiJ/pagina.html Y eso para irnos a la fuente original, porque la misma cita aparece en múltiples textos posteriores traducida a diferentes idiomas. Con eso cualquiera puede tener la tranquilidad de que se dijo lo que se escribe, que lo dijo quien se acredita y hasta saber el contexto del comentario. No hay engaño. Pero vamos al contenido. Umberto Eco advertía uno de los peores efectos que tienen las redes sociales: cualquiera se siente con el derecho de decir cualquier tontería sobre cualquier tema y poner su ignorante opinión a la misma altura de los conocedores del mismo. Como si el simple hecho de poderlo hacer diera la misma autoridad y conocimiento a quien sea, y eso no es cierto. No hay magia, las redes sociales no non hacen más inteligentes por el simple hecho de poder opinar sin consecuencias, sin aportar ningún dato duro, sin apegarnos a ninguna regla, hasta las de ortografía están ausentes. Pero creemos que nos empoderan, que nos ponen en el mismo nivel de sabiduría o conocimiento, y hasta más, de quienes llevan años investigando, conociendo, reflexionando. La ignorancia masiva como sinónimo de sabiduría instantánea democratizada. «Internet puede haber tomado el puesto del periodismo malo… Si sabes que estás leyendo un periódico como EL PAÍS, La Repubblica, Il Corriere della Sera…, puedes pensar que existe un cierto control de la noticia y te fías. En cambio, si lees un periódico como aquellos ingleses de la tarde, sensacionalistas, no te fías. Con Internet ocurre al contrario: te fías de todo porque no sabes diferenciar la fuente acreditada de la disparatada. Piense tan solo en el éxito que tiene en Internet cualquier página web que hable de complots o que se inventen historias absurdas: tienen un increíble seguimiento, de navegadores y de personas importantes que se las toman en serio.» http://elpais.com/elpais/2015/03/26/eps/1427393303_512601.html Pero la cosa se complica cuando a sabiendas se utilizan mentiras para engañar, para sustituir la verdad no como acto re-creativo, sino para manipular y sacar ventaja del desconocimiento ajeno. Ralph Keyes inventa el término posverdad (post truth) en el 2004 y publica un libro acerca del mismo. Posverdad es elegida por el prestigiado diccionario Oxford de la lengua inglesa como la palabra del año 2016 y la define así: es cuando "los hechos objetivos tienen menos influencia en definir la opinión pública que los que apelan a la emoción y a las creencias personales". El filósofo A.C. Grayling lo desarrolla un poco más: «Todo el fenómeno de la posverdad es sobre: “Mi opinión vale más que los hechos”. Es sobre cómo me siento respecto de algo. [...] Es terriblemente narcisista. Y ha sido empoderado por el hecho de que todos pueden publicar su opinión. […] Todo lo que necesitas ahora es in iPhone. Y si no estás de acuerdo conmigo, me atacas a mí, no a mis ideas. […] Lograr articular una forma de ponerte en primera fila y lograr ser visto te convierte en una especie de celebridad.» http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-38594515 En las redes sociales la posverdad está definida, en última instancia, por la cantidad de “likes” —me gusta— o las veces que una supuesta noticia, o comentario, u opinión logra atraer, o es compartido —retweeted—; no por el apego a hechos o datos concretos, Lo peor es que las mismas redes sociales provocan ese fenómeno al “sugerir” temas o supuestas fuentes de información semejantes a las que los usuarios están siguiendo, o marcando las “tendencias” —trending topics— que hay que seguir en ese momento. Se convierten en fabricantes de posverdades. Metidos en este rollo, si alguien quiere envolverse en la bandera nacional para presumir su nacionalismo, cantar el himno nacional en un estadio, hacer llamados a “la unidad” sin saber alrededor de qué o de quién, olvidarse de los continuados y profundos agravios de una casta política corrupta y hacer como si no hubiera pasado nada con tal de enfrentar al temible “enemigo exterior”, que lo haga, yo prefiero creer, por lo que he visto, que: « El verdadero problema de México no es el muro, ni Donald Trump, es la crisis económica que padecemos, el aumento indiscriminado de precios, los minisalarios, los empresarios hambreadores y saqueadores que no pagan impuestos, los gasolinazos, la nefasta reforma energética de Peña Nieto, los casi 200 mil muertos por la supuesta guerra contra las drogas, los 300 mil desparecidos, los 30 ex gobernadores corruptos e impunes que se robaron miles de millones de pesos del erario y andan tan campantes, la inoperancia del nuevo sistema de justicia penal, el estado fallido, los 400 multimillonarios mexicanos frente a los 75 millones de pobres, las multinacionales canadienses mineras que siguen masacrando nuestra tierra y nuestros pueblos, el fracking, los crímenes de estado cometidos por el Ejército y la Marina…» Y respetamos los puntos suspensivos puestos por Sanjuana Martínez en su texto titulado “Mexicanos, a sacar la casta” publicado el 30 de enero de este año en www.websanjuanamartinez.com.mx Con otras partes del mismo no coincido, pero sí en que nuestro problema principal es interno, no es el copetudo del norte, allí está un primer listado de temas a resolver, hay que hacerlo.

HAGAN SU JUEGO

HAGAN SU JUEGO Joaquín Córdova Rivas
La neta sí dan miedo. Encargar las negociaciones comerciales, o las que sean, de este gobierno —a nombre de todos— con el señor Trump, a los neoliberales que han devastado al país en los últimos 40 años, y que han sido y son completamente dóciles a los designios, deseos y ambiciones de nuestros vecinos del norte, es de antemano una derrota completa. No se trata de conocimientos técnicos, que presumen tenerlos aunque no se les noten; se trata de tener dignidad, ética, conducta intachable y un mínimo de afán nacionalista. Ningunas de tales características poseen. Son parte importante de esa generación de norteamericanos nacidos en México a la que se refería en sus escritos Heberto Castillo, cuando daba cuenta de la tendencia de nuestra élite gobernante por mandar a sus juniors a educarse en universidades gringas, con desprecio a las públicas nuestras, inmersas en un contexto histórico propio y congruentes históricamente con el mismo. ¿Qué sabe de patriotismo o nacionalismo aquél que conoce mejor la historia ajena que la propia? ¿Qué intereses puede defender si no los que conoce y cree que lo identifican? Por eso se portan como virreyes, no como producto de un proceso electoral democrático por muy amañado que esté. Volvamos sobre la dignidad, la responsabilidad y la ética. Imaginemos que los negociadores del señor Videgaray se visten de niños héroes y hacen como que defienden intereses nacionales, y del otro lado les salen con los expedientes de sus numerosas rendiciones anteriores, de sus traiciones, de una que otra corruptela o conflicto de intereses. Ni modo que nuestros vecinos no aprovechen la información sacada a los extraditados que les hemos mandado a lo largo de la historia reciente. Que los amenacen con dar a conocer los fraudes electorales, los financiamientos indebidos, las fortunas mal habidas, las complicidades propias y ajenas con el crimen organizado, la ubicación de fosas “clandestinas”, el destino de muchos “desaparecidos”, alguna nómina vergonzante, las cuentas en bancos extranjeros y paraísos fiscales. Ni modo que no firmen lo que sea, primero yo y los demás a joder a México. El señor Trump y su gabinete de multimillonarios hará uso de todo lo que saben de sus corruptos socios del sur, y en ese lodazal ganará el que esté menos embarrado. El problema es que con esas debilidades se someterán y firmarán a nombre de todos, nos harán responsables de desigualdades perpetuas en aras de sus valores “nacionales”: el libre comercio, la globalización, el fin de la historia. Hasta puede que nos encarguen la construcción, mantenimiento y vigilancia de otro muro en nuestra frontera sur, para que la hagamos de sus policías, de su aborrecible migra contra nuestros semejantes centro y sudamericanos. Para descuadrar más las cosas, no se puede esperar ninguna ayuda de los canadienses, ya dijeron que prefieren un acuerdo bilateral con los gringos a cargar el fardo de un tercer socio que no tiene como defenderse, porque malbarató lo que le daba algo de ventaja: mano de obra barata y reprimida, cuantiosos recursos naturales y energéticos, un proyecto de nación con importantes derechos sociales —nuestra maltrecha Constitución—, una historia rica en culturas originarias. Todo a cambio de empleos mal pagados, derechos laborales disminuidos, subordinación científica y tecnológica, inseguridad, corrupción, impunidad. Mientras, nos desgastamos en procesos electorales trucados. Ojalá sirvan para derribar muros mentales. Ya hemos vivido las pésimas experiencias de las coaliciones electorales pragmáticas, el simple quítate tú para ponerme yo, que al fin somos iguales. De nada sirven al ciudadano común y corriente, de todas formas nos va mal. Por eso no hay que padecer que el PAN y el PRD no presenten un solo candidato para evitar que el PRI y sus satélites ganen una elección, a final de cuentas se instalan los mismos intereses amafiados, allí están los penosos sexenios locales de Guerrero, Chiapas y demás. Nada se ganó y sí se perdió tiempo para provocar un cambio significativo en el fondo y forma de gobernar. Eso de que “las izquierdas” solo ganan si se unen también es una mentira, porque lo que se nos ha presentado como “izquierda moderna o moderada” nada tiene que ver con ese concepto político de contenido vaporoso, para algunos. Por lo pronto podríamos coincidir con que: «Hoy, las formas de igualdad se expresan como igualdad de oportunidades, distribución de la riqueza para reducir las escandalosas brechas entre ricos y pobres, eliminación de los privilegios de nacimiento y preparación para estar en la sociedad competitiva. De otra parte, está el tema de la igualdad ante la ley y del propio sufragio universal, que seguramente representan la mayor extensión de igualdad entre los hombres que ha creado la civilización. Es cierto que la izquierda ha privilegiado históricamente un tipo de igualdad que está orientado a la distribución de los recursos económicos y los servicios esenciales y, por tanto, ha privilegiado el contenido material de la igualdad antes que su legalidad formal. Hoy la izquierda interpreta plenamente la legalidad para asegurar los derechos de las personas. La izquierda trabaja con los conceptos de universalidad y una propuesta suya no puede tener sólo en cuenta los intereses de los grupos que históricamente representaba.» Antonio Leal. Norberto Bobbio: Izquierda y Derecha a partir de la democracia. http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2014/03/21/norberto-bobbio-izquierda-y-derecha-a-partir-de-la-democracia/ El espacio se acaba, ya habrá más para reincidir en el tema.

DE REVERSA, MAMI

DE REVERSA MAMI Joaquín Córdova Rivas La globalización y sus promesas incumplidas. En la superficie, los tratados de libre comercio semejan una maraña indescifrable de reglas que pretenden desregular el masivo intercambio de mercancías de un lugar a otro del mundo. En el fondo pudieran simplificarse en un manojo de cuestiones básicas en un intento de tratar de entenderlos. Hay diferentes formas de pensar la globalización, pero se nos ha impuesto una como si fuera la única posible y que tiene que ver con la hipotética capacidad de ser felices a partir de lo que podamos consumir. Hemos pasado rápidamente de una sociedad de productores a una de consumidores, pero el proceso nunca fue parejo u homogéneo. Cuando comenzó a pensarse, luego a “negociarse”, para terminar imponiéndose, el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN por sus iniciales en español, NAFTA por las mismas en inglés) partía de una suposición que al menos parecía un hecho incuestionable. México, con su mano de obra barata y dócil, con sus sindicatos charros, con sus casi ilimitados recursos naturales, con una casta política y empresarial corrupta, educada en el extranjero y con los valores propios de las llamadas grandes metrópolis, se encargaría de proveer los productos necesarios, y no tanto, que requirieran los numerosos consumidores de Estados Unidos y Canadá, a los precios más bajos posibles. A algunos les pareció una relación virtuosa. Los mexicanos, tan necesitados de empleos, nos beneficiaríamos con la llegada de empresas de nuestros vecinos del norte para que les maquiláramos lo que ellos necesitaban para ser felices, o por lo menos que se sintieran así; y ellos consumirían esos productos, diseñados para sus necesidades básicas y superfluas, a precio de regalo. Pero como también requerían de mano de obra para las labores internas que no querían realizar, por extenuantes, poco remuneradas y quizás consideradas poco dignas —cosechadores, jardineros, meseros, niñeras, albañiles, carpinteros, plomeros, electricistas y demás— lo ideal era una frontera porosa que permitiera su paso, pero suficiente para considerarlos ilegales o indocumentados y evitar pagarles lo justo, o siquiera lo establecido como salario mínimo por hora de trabajo. Mientras, los automóviles, televisores, computadoras, ropa, refrigeradores, aparatos de aire acondicionado y todo lo que necesitaran, les llegaría de aquí para allá, con sus propias marcas y a su gusto. Porque hasta eso, a las diferentes regiones las pusieron a competir para lograr el “privilegio” de instalarse aquí, con exenciones de impuestos de todo tipo, regalándoles los terrenos, el agua y la infraestructura vial o ferroviaria, facilitándoles los fraccionamientos exclusivos para sus directivos y gerentes, sus escuelas, sus centros comerciales, para que no extrañaran nada cuando tuvieran que venir a supervisar o a presionar para lograr ventajas que las empresas de otros países no pudieran tener. Pero, como a la serpiente que se devoró a sí misma porque se encontró con su cola, el maldito modelito resultó ser parte de una crisis mucho mayor que les fastidió sus propios planes. Su felicidad se encontró con el tope de un nivel de vida artificial y basado en pedir prestado hasta no poder pagar ni en abonos chiquitos, sus propias empresas no pudieron crecer a la velocidad que los clientes querían comprar y desechar, y llegaron capitales más frescos de economías en temporalera expansión, y les comieron el mandado. Si antes predicaban, hipócritamente, el libre mercado, la desregulación financiera y el tránsito “libre” de capitales, el debilitamiento de un Estado que se entrometía para limitarles sus “libertades” principalmente consumistas y comerciales; ahora hay que hacer lo contrario: que viva el proteccionismo, un Estado fuerte que se meta en todo y recupere las glorias perdidas, y el cambio metiendo reversa para regresar de una sociedad de consumidores a una de productores, pero sin saber que eso ya no es posible. Para rematar, como el consumismo no hace la felicidad, surgió otro mercado que también quieren acaparar, su población es la que más drogas con prescripción médica consume en el mundo, igual que las ilegales que no controlan ni en producción, ni en distribución, pero sí se esnifan o inyectan con singular desesperación. Pagar la cosecha no tecnificada de productos agropecuarios o un trabajador manual de cualquier tipo con el salario mínimo legal, les elevaría significativamente los costos de cualquier producto, servicio o reparación. Las empresas que muden de domicilio y “regresen” o se instalen por primera vez en territorio norteamericano difícilmente crearán los empleos que —paradójicamente— ahora tanto necesitan, porque son caros, están asociados todavía a una serie de prestaciones sociales amparadas por sindicatos que todavía presumen cierta independencia y combatividad, y además caen en una coyuntura tecnológica específica: la robotización. La principal limitante para robotizar líneas de producción completas es que todavía es más barato tener trabajadores con salarios como los del tercer mundo, incluyendo los mexicanos. Pero si la producción tiene que considerar salarios y prestaciones mucho más altos como los norteamericanos o canadienses, entonces sí resulta rentable hacerlo. Y de ser necesario así será. Desgraciadamente el futuro nos alcanzó antes de lo que pensábamos, en un momento poco oportuno porque ni siquiera tenemos una casta política conocedora y mínimamente nacionalista, a nosotros sí nos va a pegar el desempleo mucho antes de habernos preparado, con el agravante de que desmantelamos nuestro estado de bienestar a lo tarugo junto con las empresas productivas que lo hacían viable —la despectiva “gallina” a la que se refiere el que cobra como presidente—, y que con el proteccionismo trasnochado del copetudo de allá, hasta lo que envían nuestros migrantes puede sufrir una baja catastrófica. Ya ni mencionar que el Trump ese tiene acceso al arsenal militar más grande del mundo, lo que sería motivo de otro análisis. No entienden que no entienden, no saben que no saben, y nosotros que los dejamos disque gobernar.

LO QUE FALTABA

LO QUE FALTABA Joaquín Córdova Rivas Los buenos deseos, las muchas ganas, el querer salir adelante, los hipócritas llamados a la unidad nacional, no sirven de nada si no se reconocen los errores y se aprende de ellos, por lo menos con la intención de no cometerlos nuevamente. Así que hay que reconocer, a la caracterización de nuestra casta política —que incluye a muchos políticos, empresarios y dirigentes religiosos, aunque no a todos, por allí alguno se salvará— como corruptos, rateros y deshumanizados, faltaba la de ineptos. No solo se roban hasta lo que está atornillado al piso o clavado en las paredes, también hacen lo que les da la gana con el producto de nuestro trabajo vía impuestos y se roban la tranquilidad, la seguridad, la salud, la posibilidad de una vida digna y un trabajo seguro, hasta con nuestro futuro engrosan sus estúpidas cuentas bancarias y propiedades nacas, también demuestran que no saben planear con inteligencia cualquier obra o servicio público. El colmo, ahora aceptan cargos de primer nivel sin saber nada sobre su materia de trabajo: Videgaray en Relaciones Exteriores. Algún día se percataron de la necesidad de transitar del norte el sur del país sin tener que atravesar la caótica ciudad de México, como todo lo convierten en negocio, concesionaron la construcción y operación de un “arco norte” a varias empresas de sus cuates. Como estas operan con el exclusivo objetivo de ganar más de lo que gastan tenemos una autopista de las más riesgosas del país, con peligrosas zonas de vados, con pendientes pronunciadas, con partes destruidas y mal parchadas, y con casetas de cobro con un sistema anticuado y pocos trabajadores, el resultado, lo que se ahorró en tiempo y combustible en el peligroso trayecto, se perdió en la tumultuosa salida. Una experiencia: el 23 de diciembre por necesidad tuvimos que salir de Querétaro rumbo a Puebla a las 14 horas, la “estancia” en la fabulosa autopista, que solo tiene dos gasolineras con sanitarios y tiendas, fue de 8 horas. Por lo pesado del tráfico de Querétaro a la entrada del “arco norte” hicimos dos horas, más las 8 horas atorados en sus casetas, más una hora a paso de tortuga para poder pagar en la de San Martín Texmelucan —esta sí de CAPUFE—, más lo que estuvimos parados esperando —inútilmente— que fluyera el cuajado tráfico, llegamos a Puebla a las 2 de la mañana del 24 de diciembre. Doce horas para un trayecto que en condiciones “normales” debiera ser de cuatro. A pesar de las afectaciones a miles de automovilistas y transportes de carga, los medios de comunicación no dijeron nada. Lo malo es que esto lo podemos multiplicar al infinito en cualquier parte, con cualquier servicio, con cualquier trámite. Así como nos están dejando, este país ya no es viable. Otro ejemplo. Las comunidades costeras de Michoacán han decidido, como otras en diferentes geografías, tomar el gobierno. Expulsaron a los partidos políticos, a los políticos y caciques locales con sus impuestos, con sus policías y guardias blancas, sacaron a la policía federal, al ejército y a la marina, fundaron su propio grupo de autodefensa, desde entonces no hay secuestros, ni extorsiones, ni desaparecidos. Sin descuidarse permiten el acceso a turistas y la operación normal de pequeños negocios —hoteles, gasolineras, tiendas, restaurantes y demás—. El proceso no fue fácil ni indoloro, les costó muertos, desaparecidos, enfrentamientos con las fuerzas armadas y la delincuencia organizada —que a veces son los mismos o trabajan cobijándose mutuamente—, pero hoy se autogobiernan y viven mejor que cuando tenían “autoridades legalmente constituidas”, demostrando que en las condiciones actuales tal “legalidad” tramposa es un estorbo y fuente de violencia. Más casos. ¿Cuál es la evaluación ciudadana de las obras públicas de las actuales administraciones locales? ¿Sirvió para lo que se prometió la vialidad de Avenida Universidad y Bernardo Quintana? ¿Los millones invertidos en la Plaza del Estudiante, en el Jardín Zenea, en la Alameda? ¿Mejoró el servicio de recolección de basura? ¿Qué pasa en nuestros aburridos “pueblos mágicos” que se llenan de artesanías “made in china”? Otra millonada anunciada para un eje de transporte público que nacerá rebasado y ni quién ponga orden en lo existente. ¿Son los gobernantes que merecemos? De nuestros vecinos del norte también hay cosas que merecen decirse. Se extrañan que ganara Trump cuando su principal propagandista fue el culto, refinado y académico gobierno demócrata de Obama, que siguió con el mismo programa neoliberal que iguala a ambos partidos —demócrata y republicano—: Siguió la concentración de la riqueza, el proteccionismo comercial, los abusos y tortura en sus casas de seguridad desplegadas en casi todo el mundo, la intromisión violenta en los asuntos de otros países, el espionaje contra cualquiera que tenga o esté conectado a través de un dispositivo electrónico o una red social —recordar las denuncias de uno de sus principales hackers: Snowden—, la deportación de 2 millones de indocumentados y la separación de miles de familias; el asesinato “preventivo”, por simple capricho o sospecha, con drones manipulados desde bases militares ubicadas a miles de kilómetros de distancia —en Las Vegas, Nevada, está la más conocida—. Parece contradictorio pero no lo es, con la bandera de los derechos civiles los demócratas se encargaron de irlos minando, hasta que emergieron los ultras y ganaron las elecciones. No hay rompimiento, es una continuidad descarada, a la vista de todos, quizás es lo que les molesta. Lo que falta es escalar las protestas, bloquear carreteras y tomar las plazas y calles no es suficiente porque no les afecta directamente, les vale. Hay que aprender de los bajacalifornianos que llevan mega ratoneras a los domicilios de los políticos, a sus oficinas. Que se note el repudio, que no puedan vivir tranquilos, eso sí les afectaría. Que si se les encuentra en un lugar público —estadio deportivo, restaurante, campo de golf, hotel, centro vacacional, plaza, calle, escuela— que se les reprenda, se les exhiba, sin violencia. Lo peor es cuando sucumbimos a la estupidez y les aplaudimos o pedimos una selfie con ellos. Dejar en paz a las Rubís quinceañeras y no ser parte de un desmadre colectivo que nos distraiga de lo importante, corregir los errores y deshacernos de quienes nos hacen daño. Cultivar la solidaridad y ser consumidores responsables, no basta con tonterías como consumir lo hecho en México, porque lo que se produce aquí o en cualquier parte responde a los mismos intereses, basta ver el comercial refresquero que presume “industria mexicana de Coca-Cola”, o saber que nuestras empresas cerveceras, tequileras y hasta chocolateras forman parte de conglomerados trasnacionales. O pedir que se compre en la tiendita de la colonia y no a las grandes cadenas cuando ofrecen la misma chatarra, los mismos productos de los grandes monopolios. Falta consumirles a nuestros productores cercanos, a los pequeños, a los que se la rifan sin apoyos gubernamentales, a los que resisten vender sus tierras por centavos, a los que requieren micro redes de distribución. Hay alternativas, allí están las epistemologías del sur, el Buen Vivir de los aymara, las todavía incomprendidas propuestas del neozapatismo, el decrecimiento consciente y responsable, el buscar la paz y la felicidad sin fastidiar al prójimo y al planeta. De eso nuestra casta política no entiende.